LAS GUARDAS

Demonios

Libros en una biblioteca.

Libros en una biblioteca. / CÓRDOBA

La literatura está repleta de demonios, como también lo está el Arte en general. Actuamos como si nunca hubiera ocurrido nada y seguimos defendiendo una obra completamente indefendible. Hay una voz de fondo que nos engaña, que nos avisa que nunca moriremos, que permanecerán las obras, que un simple instante de felicidad es sinónimo de utilidad, de murmullo, de precisión.

Pero somos la Nada. Demasiados ingenuos para prevenir un final evidente. Dejamos la sensatez escondida para evitar protestas, realidades. Somos instintos, demonios irracionales ajenos a la tolerancia. Transmitimos las energías negativas con un entusiasmo casi generoso, lúcido tal vez, pero falso. La ambición nos impide escapar de nosotros mismos, nos aleja del conocimiento, oscurece la realidad. Moriremos, y nadie recordará nuestras hazañas, ni siquiera los demonios que ahora nos acompañan, los que permanecen a nuestro lado y murmullan nuestra fatiga sin criterio alguno.

En una ocasión un artista defendía la plenitud. Lo hacía imaginando el pasado, reescribiendo el presente, buscando experiencias al futuro. Pero solo existe lo que vivimos, trascender la irrealidad es alimentar el odio, es revelar aquello que consideramos interesante, o libre, o vulgar. Los demonios impiden que entendamos los actos, que observemos la realidad con ojos verdaderos, impiden que la precisión se manifieste como la luz del día o las sombras del ocaso. Somos, tan solo somos, y emitir juicios, morales o no, nos acercan al abismo.

Cirlot escribía de las maravillas, su evasión consistía en encontrar una magia en perfecto equilibrio, sin impulsos malignos. Cirlot escribía con el orgullo de la realidad. Una sociedad en orden evitaría muchas complicaciones, pero nuestra sociedad está en desuso, en inobservancia permanente. Como la ausencia de criterio, como el estado de locura, como la inconciencia y el egoísmo. Los dioses no recordarán los versos, ni siquiera uno. ¿Sabemos cuánto valen las palabras?

Escribía Cioran: «Somos y seguiremos siendo esclavos mientras no estemos curados de la manía de esperar».

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