EL ZAGUÁN

María Sotomayor

Clientes en una librería.

Clientes en una librería. / EPC

Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

Se abre una furia dulce y enigmática, un fuego azul y etéreo en las palabras, «un coro solitario de pelusas que flota fugazmente» en el espacio, cuando uno lee los versos de María Sotomayor. En su poemario ‘Furiala vida es un rincón lleno de sauces en cuyas ramas sopla un viento onírico lleno de risas, música y piedad. Ella dibuja la vida en su poesía como si fuera «un olor a limonero» que le va abriendo ventanas al corazón. María Sotomayor sabe escribir poemas con textura de café y mermelada, versos hojaldrados que suenan como el timbre del amor «en los lugares donde no había existido». En la palma amanecida de su mano se sostiene el universo y en su sed de pasión, su amable ‘Furia’, uno halla zarzas y moras que nos aman como una madre llena de arco iris en las orillas del atardecer.

Furia’ es un libro de versos memorable, editado felizmente por Espasa para hacernos sentir que en nuestros ojos cabe «un manojo triangular de flores», la diamantina voz del verbo amar. María Sotomayor huele a poesía y escribe versos como si fuera un ángel que halla en su ‘Furia’ un cauce cristalino para mostrarnos el resplandor del tiempo, los intersticios de la eternidad.

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