NOVELA

El vuelo de la libélula

Javier Morales demuestra en ‘Monfragüe’ su compromiso ético y estético

Javier Morales.

Javier Morales. / CÓRDOBA

Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

Los libros mejores, aunque parezca paradójico, sobre todo en el campo de la narrativa, casi nunca suelen ser los más vendidos o, en su caso, los más conocidos por el gran público, como viene ocurriendo con los últimos premios Planeta u otros famosos ‘bestsellers’ muy aclamados por la multitud en los que uno no halla ni entrevé, si rebusca en ellos, un mínimo gramo de Literatura. Es verdad que se publican muchos libros, demasiadas novelas y obras de autoayuda, que sonrojan al buen lector que a ellos se acerca. No obstante, hay novelas o libros de relatos que salen a la luz en pequeñas editoriales, sin ningún apoyo mediático ni promoción, que encierran en sus páginas más belleza literaria que todos los ‘bestsellers’ juntos del momento. Uno de estos casos es Monfragüe’ la última obra de Javier Morales, un escritor de Extremadura afincado en Madrid, periodista y ensayista, que ha dado a la luz, antes que este, títulos como Las letras del bosque, La moneda de Carver y El día que dejé de comer animales, en los que muestra, y demuestra, su compromiso ético y estético con la gran literatura, la naturaleza, el campo y el medio ambiente.

Aquí, en su nuevo libro, una formidable novela de búsqueda de la identidad o, también, de iniciación, de retorno a la infancia o la adolescencia, el autor extremeño muestra una gran madurez estilística, las armas creativas, el pulso narrativo, y el fulgor literario de un escritor genuino. Y es ese fulgor estilístico singular, además de una habilidad evocadora apabullante, lo que nos seduce al adentrarnos tanteando en una novela corta, de pocas páginas, que encierra no obstante todas las emociones, todas las reflexiones y todos los misterios de las grandes obras literarias. Hacía mucho tiempo que uno no leía una historia tan maravillosamente contada, la del hombre que echa la mirada atrás y escarba con mucho tacto en su memoria con idea de reconciliarse con un tiempo, un espacio indeleble, y una persona muy importante en su vida, un amigo bañado por el fulgor de la inocencia que desaparece del mundo antes aún de haber disfrutado de la juventud: «Cuando se termine el colegio, dentro de muy poco, nuestras vidas empezarán a distanciarse. Toni y yo iremos al instituto. Estoy seguro de que Marcos se habría convertido en un biólogo, en un naturalista, pero será un niño para siempre. No nos acompañará en ese viaje al futuro» (Pág. 26).

«Javier Morales ha urdido un sutil relato en torno a un mítico espacio natural, el parque de Monfragüe»

El autor consigue urdir una tersa narración rozada por una atmósfera inefable y una intriga brutal, densa y envolvente, que no se disipa hasta el final de la novela. Y a veces uno siente, mientras avanza en el relato y va disfrutando de escenas memorables que remiten a una cultura de otras épocas, que está contemplando a unos metros de sus ojos el aleteo sutil de una libélula a punto de detenerse sobre el agua de un pequeño lago rodeado de silencio. Al final, la libélula acaba posándose en el agua y abre un círculo mínimo que, luego, va ensanchándose produciendo una leve marea en la superficie. Así, de ese modo, discurre este relato trenzado de amor, ternura, miedo y reconcomio, por el que desfilan curiosos personajes como la siniestra figura de un maestro, al que los alumnos apodaban ‘Buitre’, y, de alguna manera, es el prototipo fidedigno de algunos maestros tiñosos de aquel tiempo en el que la letra entraba a varetazos y a bofetadas en la mente de los niños: «Tiene las mejillas rojas, encendidas, como cuando nos sacude el Buitre» (pág. 27). Pero sobre el pavor o el miedo de esa edad, sobresale el afecto y el compañerismo, la piedad que, al final, siente el yo narrativo por el ‘Gordo’, la figura de Marcos, un niño grande y bonachón, con el que dialoga nuestro protagonista hilando poéticos saltos temporales que tiñen la acción de un lirismo emocionado. Y es en esa mezcla brutal, profunda y densa, entre la violencia que supone el acoso escolar a un chico noble, bondadoso e inocente, como es Marcos, y la melancolía inmensa e irrevocable que deja su ausencia en el protagonista de la historia, donde la novela alcanza un lindo clímax de armonía narrativa e intensidad poética.

Javier Morales ha urdido un sutil relato en torno a un mítico espacio natural, el prodigioso parque de Monfragüe, donde al final termina esta novela que deja al lector casi sobrecogido por la belleza de un cierre narrativo propio de un escritor sobresaliente, de una madurez literaria singular. Podemos afirmar que este libro extraordinario marcará el corazón de aquel que entre en sus páginas. Monfragüe te atrapa desde la primera línea, algo que hoy pocos libros suelen conseguir.

‘Monfragüe’

Autor: Javier Morales.

Editorial: Tres Hermanas.

Ciudad: Zaragoza, 2023.

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