REVISTA LITERARIA

‘Amaryllis’

Mari Cruz Garrido coordina el primer número de una ambiciosa publicación

Ilustración de Patricia Chumillas Rodríguez, incluida en la revista.

Ilustración de Patricia Chumillas Rodríguez, incluida en la revista. / CÓRDOBA

Tengo entre mis manos una revista literaria, exquisitamente editada y cuidada por la poeta y escritora cordobesa Mari Cruz Garrido, y con un trabajo de maquetación y diseño inmejorable, labor y mérito del Equipo 8.8. Mari Cruz Garrido, mujer infatigable en su trabajo y tarea de entrega a la escritura creativa, es la presidenta de la Asociación Mundial de Escritores por los Valores, asociación que precisamente patrocina esta revista, que estos días levantó el vuelo...

El nombre de la revista no puede ser más bello y sugerente, ‘Amaryllis’, ¿sabéis lo que significa? es el nombre de una flor, de una planta africana, de color rosa o cárdeno, naranja amarillo, lila... que, según dicen, simboliza el orgullo y la belleza, y representa la amistad y el cariño tierno, la ternura, esa portadora de un riego hormonal en nuestra sangre de endorfinas y oxitocinas que excitan y estimulan el amor más sublime y la generosidad. Amaryllis es también el nombre esplendoroso de una mujer a la que, en nuestro Siglo de Oro, Lope de Vega la inmortalizó en una égloga dedicada a ella: ‘Égloga a Amaryllis’: «de Amarilis el sol cegó de suerte,/ cómo se fue mi sol al despedirse...».

También fue el nombre de una mujer peruana, María Rojas, del mismo Siglo de Oro, poeta casi anónima que adoptó el pseudónimo de Amarylis, porque veía en él la hermosa mezcla de Amar y de María: «Nunca tuve por dichoso estado/ amar bienes posibles,/ sino aquellos que son más imposibles./ A Estos ha de amar un alma osada;/ pues para mayor alteza fue criada». Testimonio de aspiración a valores superiores y excelsos.

He dicho que la tengo la revista entre las manos, y la siento como un pajarito con su temblor, el temblor que da el ritmo y el corazón de los poemas que contiene entre sus hojas, que son alas... Inevitablemente me sugieren unos versos que aprendí en mi juventud, los versos de nuestro gran Calderón de la Barca, los versos famosos con los que comienza de ‘La vida es sueño’: «Nace el ave; y con las galas/ que le dan belleza suma,/ apenas bajel de plumas/ o ramillete con alas.../ cuando las etéreas salas/ corta sin dificultad,/ negándose a la piedad/ del nido que deja en calma.../¡¿Y teniendo yo más alma/ tengo menos libertad...?!».

Esta revista literaria, alentadora de valores, es eso: como una paloma blanca que recorre el cielo azul en libertad, con una ramita verde de paz en su pico...

Cuando el lector la tenga entre sus manos y abra sus hojas que son alas -son alas de papel-, sentirá que recorre el mundo, y el trasmundo, y el perimundo, en enajenación poética. Dice Kafka: «qué bien es irse lejos, pero seguir aquí». Y es porque entregarse a la lectura de un libro o de una revista como ‘Amariyllis’ es como volar con sus alas de papel, pero sin moverte del asiento, de tu lugar de lectura. Y quizás sea también una de las más profundas y auténticas experiencias de lo que es el gran valor de la libertad: la sensación subjetiva, intrapsíquica, de recuperación de la libertad existencial. La libertad hecha pensamiento volátil, como esa paloma que cruza, portando su mensaje de valores, por el espacio azul.

Le dijo Don Quijote al caballero del Verde Gabán, en el capítulo dieciséis de la segunda parte, que «la pluma es la lengua del alma». Hoy se podría decir que el teclado del ordenador, en donde el escritor escribe, crea y vuela, va marcando el pulso y el ritmo de su corazón.

En esta revista con alas, hay muchos corazones (seleccionados y reunidos por la profesora Maricruz y sus colaboradores Manuela Calderón, Antonia Maíllo, Pedro Enríquez, Hussein Nhaba y José Puerto) que la hacen vibrar y volar al cielo de su inspiración y al ritmo de sus palabras y de sus poemas.

El filósofo estructuralista Roland Barthes escribió esta confesión: «Hay un objeto para el escritor que está en relación constante con el placer: la lengua materna. Nunca falla cuando lo demás pierde sentido. Si me ronda la melancolía, y el frío se agolpa fuera –noviembre es así– buscaré su calor reconfortante que da el conjunto de palabras de la maternas recogidas en un poema, como el de una manta o una chaqueta de lana. Tal vez una palabra suya bastará para salvarme. ¿Qué palabra, y de quién? Cualquier palabra cabal de nuestra lengua».

Cualquier palabra, os digo yo, de las que aletean y aromatizan este ramillete de palabras reunidas, y representadas con esa flor que es ‘Amaryllis’. Y con ella aquí, con ‘Amaryllis’ en nuestras manos, podremos dar respuesta al clamor del poeta de las barbas de chivo, don Ramón del Valle Inclán: «¿Dónde encontrar esa visón tan pura que hace hermanas las almas y las flores?». Gracias, amiga poeta Maricruz, gracias por este ramillete de flores que has confiado en nuestras manos y en nuestras almas.

‘Amaryllis’

Editora/directora: Mari Cruz Garrido. Priego, 2022. 

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