Diario Córdoba

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DIETARIO VERSÁTIL

Premios literarios

Carmen Laforet CÓRDOBA

«Cuando Bob Dylan ganó el Premio Nobel de Literatura, decidí leer los siete tomos de ‘En busca del tiempo perdido’, de Marcel Proust, como un pequeño homenaje a los tiempos en que la literatura y el libro eran considerados manifestación cimera de la creatividad humana», nos dice Gisela Kozak Rovero. Tampoco es eso. ¿Por qué hay que preguntarnos y dar explicaciones? Hoy andamos con otras cosas y, tal vez, con el Nobel a Bod Dylan este premio se desmelenó. Y eso no es malo, hay otras cosas peores.

Otros premios -menos importantes que el Nobel- fueron creados para impulsar la lectura y descubrir autores, luego se han ido convirtiendo en otra cosa. Recuerdo haber leído que cuando Destino convocó el premio Nadal en 1945 lo ganó una joven veinteañera, una desconocida Carmen Laforet, en una siguiente convocatoria también otro debutante, Miguel Delibes. También el caso de Marsé que dimitió del jurado del Premio Planeta en el 2005. Sin embargo, Luis Landero acaba de ganar el Premio Nacional de las Letras Españolas de 2022. No podemos tener nostalgia de tiempos sin grandes palabras sobre la transparencia que de nada sirven si no se actúa.

Hablar de transparencia en los premios de poesía es algo perezoso, porque los primeros pasos -en algunos de ellos- se encuentran en las mismas bases y depende de las propias entidades que los convocan. Tal vez por ello y otras causas, el prestigio de los premios literarios ha caído de manera considerable y su participación no es comparable con las que se daba hace pocos años. No hace mucho en una conferencia de dos escritores, hablaban de los contrasentidos en las bases de algunos premios, cuando entre ambos acumulan más de cincuenta. ¿Veracidad? Aunque a estas alturas nadie es ingenuo, porque los caminos del Señor son inescrutables.

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