Diario Córdoba

Diario Córdoba

Viajando entre librerías

Almudena Grandes, Adrienne Monnier y haikus

Una mujer consulta los títulos en la mesa de una librería. CÓRDOBA

Avanza octubre, y asoma tímidamente el que posiblemente sea uno de los meses más desconcertantes del año. Algunos centros comerciales han hecho suya la reivindicación sajona de que el día más triste del año se corresponde con el 17 de enero, rebautizado como ‘Blue Monday’, o ‘Lunes Azul’. No puedo estar más en desacuerdo, ya que mi ‘Blue Monday’ particular, suele encontrarse en algún punto del calendario del mes de noviembre. El mes de las castañas, de las setas y del viento tibio que acostumbra a asomar todos los años trastocando las oscuras mentes de aquellos que de por sí aún no nos hemos repuesto económica o emocionalmente de un largo y tedioso verano. Y con la llegada de este fatídico mes, acostumbro a que mis habituales paseos matutinos me lleven casi todos los días a mi librería de confianza, aquella en la que no suelen mirarme como un delincuente tránsfuga, sino más bien como alguien deseoso de buena compañía y de una más que inteligente conversación. Qué día para la evocación, ahora que asoman en las mesas de novedades la última entrega de Almudena. Qué maravilloso día para recordar y olvidar, si hacemos memoria de cuantos nos han dejado este aciago año que está cerca de terminar. Javier Marías, Domingo Villar, Fernando Marías... y por supuesto, ella, la escritora con nombre de Virgen, como la llamábamos cuando descubrimos ‘Las edades de Lulú’ (Sí, es cierto, Almudena falleció en el año 2021). Hay un viejo poeta en mi ciudad, viejo tanto por la edad como por la escasa empatía que le tiene a sus congéneres, que siempre se metía con Almudena Grandes, salvedad expresa cuando la acompañaba Luis. Es lo que mantiene vivos a los poetas en este país. Criticar a sus colegas, menos a aquellos que son sus colegas. Así que continúo mi peregrinaje por las mesas de novedades hasta que me detengo en un libro nada habitual y probablemente poco difundido y leído, aunque eso sí, muy elogiado. ‘Las memorias de Adrienne Monnier’, oportunamente reeditadas por Gallo Nero, bajo el título de ‘Rue de l’Odeon’, son un soplo de aire fresco dentro de la excesiva propagación de ejemplares en las librerías, a la par que una inmejorable ocasión para adentrarnos en los comienzos del siglo XX, cuando dos mujeres, emblemáticas y carismáticas, se repartían la intelectualidad del momento en un París en guerra. Las librerías La Maison des Amis des Livres y Shakespeare and Company habrían de animar la vida cultural de la ‘Rive Guache’, y sus respectivas dueñas, Sylvia Beach y Adrienne Monnier, se convertirían en las depositarias de la memoria viva de toda una generación de escritores, llamados a mayores logros que los que inicialmente tendrían. Jules Romains, Simone de Beauvoir, Paul Claudel, Guillaume Apollinaire, André Gide, Paul Valéry, o André Breton serían algunos de los que habrían de pasar por la calle Rue de l’Odeon. Y me detengo también en un libro que me llama poderosamente, la atención. ‘Memoria y haiku’ no es una antología más de haikus, esa estrofa poética ecléctica e insubordinada, que responde bajo tres versos de cinco, siete y cinco sílabas. Aunque actualmente, la libertad poética de nuestros escritores, los hayan llevado a obviar dicho corte. Y es que el haiku nace en la piel, pero crece tras ella: en la razón y la sinrazón, en la sintaxis y la subversión de la sintaxis. ‘Memoria y haiku’ es una selección de grandes maestros del haiku de todos los tiempos, con bellas ilustraciones de Pep Carrió. Y ya cuando termino, me entero de la concesión del Nobel de Literatura a la autora francesa Annie Ernaux. Todo un acierto.

Compartir el artículo

stats