NOVELA
Traduciendo la memoria (1936)
‘La bruma que apacigua la memoria’, segunda novela del granadino Juan Naveros Sánchez

Traduciendo la memoria (1936) / Jesús L. Serrano Reyes
Jesús L. Serrano Reyes
Juan Naveros Sánchez, autor de ‘Barminán. Las hogueras del inquisidor Lucero’ (2017), magnífica novela histórica, ha creado una nueva que destaca por la calidad del lenguaje y el tratamiento psicológico. ‘La bruma que apacigua la memoria’ está ambientada temporalmente (sobre todo 1936-37) en la Guerra Civil española y, espacialmente, en algunas zonas del sur (Granada-Málaga-Almería). Naveros nos ofrece en esta ocasión un texto bastante particular por el contenido y por una expresión lingüística, descriptiva y narrativa, que transciende la etiqueta de «novela histórica ambientada en la Guerra Civil española», desvelando la condición humana más allá de límites espacio-temporales.
El lector se encontrará con una descripción, espléndidamente lograda, de la sinrazón de la barbarie humana, donde los hechos son el decorado de un escenario para la ira, la violencia, el sufrimiento y el miedo, que anulan la dignidad en una sociedad enloquecida tras la explosión de odio, de rencores larvados y reprimidos. Es lo propio de toda guerra, pero con el paroxismo y las particularidades de una guerra civil atroz.
El autor se adentra magistralmente en las emociones y los sentimientos de los personajes, describiéndolos, como parte de su psicología, con un léxico preciso, engarzado en oraciones que en bastantes ocasiones alcanzan la excelencia expresiva. Hurga y retrata parte de la esencia humana, tanto en la psicología individual como social, como si él mismo viviera esa guerra civil, poniendo al lector ante el espejo de lo «humano, demasiado humano». Se alcanza, en bastantes fragmentos, una magnificencia poco común («el autoengaño es perverso cuando hace el mal, pero sedativo y hasta complaciente cuando hace el bien a uno mismo o a los demás»), que nos muestra la madurez del oficio narrativo del autor, aquilatando el estado anímico y mental de los personajes. Así mismo, en esa narrativa descriptiva de emociones extremas como el miedo, el autor despliega hábilmente un indudable dominio del caudal lingüístico y de recursos, como lo metafórico y lo simbólico, que nacen de una portentosa imaginación. He aquí un ejemplo, de los muchos que podría poner de la riqueza expresiva: «Al desplegarse las primeras sombras de ese angustioso día intentando ocultar los ramalazos sangrientos del ocaso, una turbia tormenta de disparos y una algarabía desaforada con gritos de venganza arrinconó la quietud de la vivienda, bajó por mis mejillas y me introdujo la mosca en el corazón» (pág. 30). Indáguese (pág. 27).
El lector es recibido en el frontispicio de la novela con una cita, pertinente y certera, de un grande de la historia de la narrativa, William Faulkner. La misma pertinencia y acierto aguardan en sendas citas de Vasili Grossman y Walter Scott, en la antesala de las dos partes fundamentales que tiene el libro y que son las dos piernas del discurrir narrativo del texto. Cada una está focalizada, respectivamente, en un personaje principal: el Rehén (hijo) y el Comisario (padre). Entre la primera cita y estas dos partes Juan Naveros nos aguarda en el «Pretexto», cinco páginas claves, donde como amanuense-interpelante-narrador-autor explica el origen de la bruma, advierte de que «no hay mayor mentira que la memoria» y sentencia que «mentira es todo lo que no se sueña». El libro se completa con siete páginas de glosario y un párrafo de agradecimientos.
El perfil narrativo de esta novela es bastante singular en el tratamiento de las voces narrativas. El autor-narrador domina el «Pretexto». Pero, una vez iniciado el relato, los dos personajes principales, el Rehén y el Comisario, se convierten en los narradores principales de sus respectivas partes. En la primera parte el Rehén deja en ocasiones la voz narrativa a otros personajes, y el narrador-autor-interpelante-amanuense se infiltra desapercibidamente, aunque ocasionalmente asoma en la voz narrativa de los dos personajes principales (ejemplos en págs. 24, 25, 169). Los personajes asumen la estructura y la autoridad narrativa de la novela. No obstante, se intuye la empatía del autor, como si fuera su avatar, en el sufrimiento del Rehén-personaje y en el distanciamiento con el Comisario-personaje.
La novela es recomendable para los lectores interesados en la temática histórica, para aquellos que aprecian una sabia descripción de la psicología individual y social y, sobre todo, para los que valoran una narrativa con un lenguaje brillante, esmerado y preciso.
‘La bruma que apacigua la memoria’
Autor: Juan Naveros Sánchez.
Editorial: Nazarí . Granada, 2022.
Suscríbete para seguir leyendo
- Propuestas para perderse en la lectura
- ¿Quiénes fueron los culpables de todos los desmanes?
- ¿Conocen en los colegios a Franco?
- La lingüística en tiempo de los árabes
- El desconocido escritor Niceto Alcalá-Zamora
- El legado de ‘Cien años de soledad’
- Tras el lenguaje de Ludwig Wittgenstein
- Juan Valera, un legado vivo, vívido y vivido