Teresa Arigón (Buenos Aires, 1960) presentó ‘La mujer pintada’ (Lumen, 2022), en la República de las Letras, en una tarde calurosa de junio, no en la sala de lecturas habitual, en la zona que la precede, rodeados de libros, como si fuera un rincón favorito de una casa, un rincón al modo de Gastón Bachelard en ‘La poética del espacio’, más cercanos la protagonista y los allí presentes. La autora leyó algunos fragmentos de su libro, entre el diálogo con la poeta Concha García, estudiosa y antóloga de la poesía argentina, y el público que también interviene. La acompaña Bárbara Belloc, también argentina, ambas poetas, traductoras y editoras.
Esta obra, en parte autobiográfica, es un híbrido, es a la vez crónica, novela y ensayo; habla de un tema apenas tratado en la escritura: las modelos que han posado para la historia de la pintura, y Teresa Arijón ha sido una de ellas. Una escritura que abre miradas desde el otro lado, desde las mujeres que posaron para grandes artistas, al tiempo que la autora reflexiona sobre ella misma y los años que lo fue en exclusiva para el pintor Juan Lascano. «La idea surgió -nos dice- de mi propia experiencia: fui modelo durante más de veinte años. Era mi manera de ganarme la vida, y también un placer, un aprendizaje. Las modelos han sido y son claves para el arte y su historia, pero sabemos muy poco de ellas».
Sobre posar y su relación con la poesía nos dice: «Las sesiones de pose son largas y te dejan la mente libre. Esa inmovilidad del cuerpo te lleva a una especie de vacío, como una meditación. Y ahí, en ese vacío del pensamiento, empezaban a aparecer palabras, líneas, hasta poemas enteros que intentaba memorizar y luego corría a escribir en los descansos. Podría decir que escribí mi primer libro posando».
