Javier Sánchez Menéndez es poeta y ensayista. Ha publicado un gran número de libros de poesía, el último ‘El baile del diablo’ (Renacimiento, 2017) y en el 2018 ‘También vivir precisa de epitafio. Antología poética (1983-2017)’, en Chamán Ediciones. Entre 2017 y 2021 publica cinco títulos de aforismos, más la obra ‘Para una teoría del aforismo’ (Trea, 2020). En ensayo destacan ‘Fábula’, la gran obra poética en progreso de Javier Sánchez Menéndez, un conjunto de diez libros de poesía sobre la poesía del que ya se han editado seis, y también ‘El libro de los indolentes’, que es una trilogía (Plaza y Valdés, 2015).
‘Ese sabor antiguo de las obras’ es su última entrega de poesía. Se divide en tres partes, «Contemplar», «Atender» y «Entender», que son como una guía mucho más allá del propio libro. La obra gira sobre estos ejes y guías en un recorrido que nos conduce hacia la esencia de las cosas, hacia lo que tiene pensamiento y no lo necesita para vivir, el hombre en su naturaleza esencial, la mirada que recorre como en un barrido en cine, como estanques en diferentes nivelas donde las palabras, como el agua, transcurre de uno a otro. Aunque podría ser un solo libro, sin divisiones, pero no son gratuitos los subtítulos que lo divide. Tienen un sentido amplio, unificador y nombran espacios y maneras de ver las cosas que nos atañen. Comienza el libro con el poema «Dogma» a modo de preámbulo o pórtico que merece reproducir por todo lo que nos dice en pocos versos: «Nacen los hombres, / y las mujeres, / y los pájaros. / Sin premisas ni reglas, / tan solo el resultado, / abandonar el dogma / por el hecho de ser dogma, / o principio, o creencia; / desechar fundamentos / y establecer un único orden / de las cosas. / La palabra interviene / sin instrucciones. / ¿Qué corazón escribiré / mañana? / Mueren los hombres, y las mujeres, / y los pájaros». Todo un recorrido ¿de una vida? ¿del mundo?, donde lo que no se dice, como si fuera un subtexto, engrandece lo dicho.
«... un recorrido que nos conduce hacia la esencia de las cosas, hacia lo que tiene pensamiento...»
«Contemplar», primera parte, reúne veinticinco poemas. Si «Dogma», primer poema, es principal, el que abre este capítulo no lo es menos y es capital, es el texto «La jaula», certeza de este libro y metáfora: «No hay nada más sagrado que postrarse / ante un pájaro, ante una nube, ante una estrella». Un mundo o una jaula, como el universo, como nuestras vidas, como prisioneros de cosas y miradas, del azar y de la existencia, también su esencia y asombro. Y el silencio también mueve al mundo en «El pasado»: «Hay que oír al silencio, / la verdad sobre el mundo / desde las intenciones. Esos dioses / de un algo que juzgan un todo». De lo que nos vivifica y levanta en «La esencia»: «Imagina que el tiempo / es una vela / y su calor es la esencia (…) Ser invisible es encontrarse solo».
Atender, segunda parte, se inicia con el poema “Universo”: La palabra posee espacio corporal, / hospeda luz, efectos, / la cierta precisión de los instantes / naturaleza, vida. (…) Su sustancia siempre ha sido / el universo; siguiendo a esa mirada que contempla primero y luego atiende para finalmente entender. El modo exacto de transitar la vida/ es olvidar la vida, nos dice en “La distancia”. Contiene diez poemas. En el singular “Puntos de resistencia”: Los pájaros han comenzado a crear / puntos de resistencia, nidos, refugios. / Acopian alimento / para dejar de ser obreros, para tener conciencia de sí mismos. Y buscando, quizás, lo que somos y no, otro poema que se revuelve y tipifica la condición humana es “La alteración y el vicio”: La droga de poder. / La codicia. / La guerra. /La conciencia de cobardía / a lo miserable. / La envidia. / Las ratas de laboratorio. / Los ocupas de arriba. / Los vecinos de al lado. / La banalización del mal.
Entender, tercera y última parte. En “El olor de las piedras” el poeta nos dice: En la casa no hay géneros / ni razas. en cambio, hay principios (lejos de ser moralizante se intuye y afirma) Asidos a la grandeza, / es posible que estemos todos muertos. Vuelve la impresión de Jaula / pájaros en “Recinto”: ¿Y si la jaula en realidad / no existiera en la esencia? Y continua lo circular en “Ubicación”: Aquí sobre la vida, / aquí o allí o más allá, / en ningún sitio, en esta jaula. Y, finalmente, en el último poema: Para nuestra fortuna / siempre nos resucitan los sabios.
Como a modo de resumen, los poemas que parecen más vitales, son como deseos de escapar de algo, de la vida y del mundo, de nosotros o de algunas maneras que nos rodean a trozos insensibles, insostenibles. De ahí que los pájaros están muy presentes en este libro, mucho más de lo que podemos darnos cuenta en su lectura, como símbolos o verdad. Acontecer y sabor a esencia. A escapada y afirmación. Pájaros, esencia, azar, mundo, jaula. No, no es un simple juego de contar palabras, sino todo lo contrario, señalar las salidas o paradas en un camino. René Char nos dice: Descaminados estamos y sin sueño. Pero siempre queda una vela que baila en nuestra mano.
'Ese sabor antiguo de las obras'
Autor: Javier Sánchez Menéndez.
Editorial: Chamán Ediciones. Albacete, 2022.