En un centenar y medio de entradas bibliográficas se asienta el nuevo libro de José Luis Ferris titulado Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta. En él se ofrece al lector una mirada que reposa en casi setecientas páginas de texto cuidadas también con la presencia de notas finales y de un índice onomástico muy acorde con lo tratado en el libro, que es una nueva edición y ampliación del que con el mismo título se publicó por primera vez en 2002. El orden con que se organizan sus páginas, las entradillas en que se fragmentan sus extensos siete capítulos y la profundización y rotundidad hacen -según escribe Gabriele Morelli en su presentación- que Ferris renueve un extraordinario acervo documental permitiendo lo que el propio Ferris declara: que este libro, dos décadas después de su primera aparición (2002), «actualiza de nuevo sus contenidos y responde, en muchos casos, a las hipótesis que lo sustentaban». Es así como se amplían y revisan materiales y se convierte hoy al volumen en un modo de conmemorar el ochenta aniversario de la muerte del poeta en 1942, recogiendo por tanto «documentos y testimonios muy recientes, en especial los que afectan a los últimos años de Miguel, desde su detención en Portugal en la primavera de 1939 hasta el tortuoso proceso carcelario que le condujo a una muerte vil y prematura».

El tono con que Ferris va redactando cada capítulo es un modelo de estilo biográfico que arranca de las palabras iniciales del capítulo I: «Orihuela, 1910». Las características de esta población, su acendrado catolicismo o el valor de su asociacionismo sirven para orientar al lector en un paisaje que ya en el siguiente capítulo va a situar a Orihuela como el lugar del «Nacimiento y alumbramiento (1910-1925)». Con frecuencia Ferris desbarata falsas verdades, como la de que el poeta tuvo «una infancia pobre y llena de privaciones. De humildad sí era legítimo hacer mención», de acuerdo con la sencillez y precariedad de la vida de la época. Los entresijos del capítulo se bifurcan en dos apartados: el de «La naturaleza como escuela» (pp. 36-40) y el de «Emperador en gramática» (pp. 40-51). Con el primero se quiere demostrar la prosperidad del negocio familiar unida al contacto con la naturaleza. En el segundo, con abundante información, se retrata a un niño en cuyo colegio se practicaba precisamente ya la didáctica de la naturaleza y que pronto estaría también en contacto con las enseñanzas de los jesuitas que Miguel seguía para superar el nivel de bachillerato, en cuya etapa, contrariamente a lo que se defendía hasta ahora, tuvo «un periplo escolar bastante más amplio del que se le ha venido atribuyendo» (…), resaltando de él su «excepcional y demostrado talento». Este talento es el que su propio padre le atribuía y lo que justifica el capítulo III, «Adolescencia y primeros versos (1925-1931)», con diversos subtítulos («Lectura en desorden», «Un cuaderno de versos y un balón», «El pan de la amistad» o «José Ramón Marín versus Ramón Sijé»… ) que demuestran por extenso la vocación literaria de Miguel y el hecho de que tuviera como amigos a Carlos Fenoll Felices y a José María Gutiérrez, que tanto le iban a influir y motivar para su trayectoria literaria.

En diciembre de 1931 el poeta está ya en Madrid, por lo que el correspondiente capítulo IV lleva el título de «Primer viaje a Madrid. Perito en lunas (1931-1933)». El biógrafo va desglosando este capítulo en doce apartados o parágrafos, de entre los cuales mencionamos, aunque todos sean importantes, «Un pastor en la corte» o «Perito en sueños. Perito en lunas». En esta su «primera y penosa estancia en Madrid» el poeta «pasó hambre y en varias ocasiones tuvo que dormir al raso». No contento con cuanto le sucedió en esta etapa, abandona la capital («Decepción y vuelta a casa») y, ya en Orihuela de nuevo y entregado a tareas literarias, publica Perito en lunas, donde descansa el material que «había recopilado en lo últimos meses entre composiciones de una extensión considerable y piezas breves de ocho o diez versos». El tratamiento extenso y detallista que Ferris ha dado a este capítulo continuará en el siguiente, «Asentamiento en la corte. El rayo que no cesa (1934-1935)», con una ingente cantidad de información en cada una de sus páginas para retratar a personas del mundo político o poético, para anotar comentarios o cartas y centrarse por fin en el poemario El rayo que no cesa, por el que Miguel no para de recibir elogios. Imposible comentar aquí cuantos epígrafes contiene el capítulo, por lo que señalamos los titulados «El frente popular», «Por tierras de la Mancha» o «Sino sangriento», en el que hallamos comentarios a los acontecimientos de la inminente sublevación de julio de 1936.

A continuación, en el siguiente capítulo «El poeta en la guerra (1936-1939)», traerá a colación «Las largas vacaciones del 36», que frustrarán los proyectos de Hernández e, igualmente, «El quinto regimiento», en el que queda enrolado y que ayuda a explicar «Enero en las trincheras» y el posterior «Poeta y comisario político». Tanto en este como en otros capítulos se da una información exhaustiva y minuciosa, lo que hace que Ferris aclare que «no es intención de este ensayo biográfico aportar datos que no vayan acompañados de su correspondiente prueba documental». Así, la biografía va tejiendo una compleja y realista trama que lleva a unir encuentros, amistades o acontecimientos biográficos, todo ello para dedicar el capítulo VII a «Persecución, cárceles y muerte (1939-1942)», refiriendo primero su detención en Portugal y luego, ya en 1940, su traslado al reformatorio de Ocaña. En este punto se destaca la información de que Hernández, pese a su ya resentida salud, todavía se mantiene fiel a ese espíritu combatiente que le caracterizó pocos años atrás». Entre otros muchos comentos, se anota cómo «Miguel no tuvo más punto de apoyo en la vida que el de su esposa», o que los meses que este permaneció en Ocaña «tuvieron también su anverso y su reverso», algo que el texto biográfico nuevamente documenta y explica con claridad, la misma que se mantiene en los apartados «El bacilo de Koch» o «Con sonrisa te fuiste de la tierra y del cielo», este en alusión ya a las específicas circunstancias de la muerte que no se pudo evitar y «ocurrió de la manera sencilla y discreta con que Hernández pasó por la vida, sin necesidad de falsas leyendas ni de inútiles aditamentos».

Puesto que lo importante de un poeta debe ser su obra, ya en el prólogo de Morelli se lee que la reconstrucción de la vida de Hernández por parte del ensayista Ferris «revela datos olvidados, rescata importantes documentos escondidos, se detiene en relatos de polémicas infinitas, que examina con lucidez, mesura y equilibrio». El lector tiene en sus manos un instrumento para conocer la vida de Miguel Hernández poniéndola en relación con su obra, con sus libros y poemas, y sobre todo con otros ensayos literarios de los que citamos, por poner solo dos ejemplos parecidos, el de Francisco J. Díez de Revenga Estudios sobre Miguel Hernández o el de José M. Balcells Sujetado rayo. Estudios sobre Miguel Hernández.

‘Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta’

Autor: José Luis Ferris.

Edita: Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2022.