Julián Casanova, uno de nuestros historiadores de más prestigio internacional, nos propone en Una violencia indómita. El siglo XX europeo un enfoque novedoso acerca de las múltiples manifestaciones de violencia que han venido ejerciéndose desde el cruel colonialismo europeo hasta las guerras de los Balcanes, pasando por las dos grandes guerras mundiales europeas. En este complejo ensayo, Julián Casanova nos ofrece un punto de vista innovador aplicando un análisis crítico de los conflictos que tuvieron lugar en la Europa central y en la del Este, a través de aquellos años trágicos que marcaron a sangre y fuego todo el siglo XX europeo. Se trata de un viaje caleidoscópico por diversas realidades históricas que nos permite afirmar con rotundidad que no hay explicaciones simples de hechos históricos complejos, y que en todo caso de lo que se trata es de simplificar lo complejo. Como historiador, Casanova sostiene que la Historia no es mera ficción u opinión sino investigación rigurosa, lectura crítica del pasado, y que no hay verdades absolutas sino relativas que hay que saber comunicar a la sociedad más allá de las aulas universitarias. Esta obra, que comenzó siendo una investigación en la Universidad de Budapest y que dio forma en la de Princeton, cuenta todo un siglo de violencias con cicatrices, unas visibles y otras más o menos ocultas de masacres y destrucción por doquier. Es un fresco de nuestra Europa, un espejo donde mirarnos, donde el oficio de historiador reconstruye esta época de violencia histórica con una narración pormenorizada que da cuenta de las debacles del denominado siglo corto.

Una primera tesis que recorre todo el libro es que hemos considerado erróneamente hasta hoy, que la Primera Guerra Mundial es la gran fractura, el origen de todas las violencias hasta el presente, cuando en realidad hay que subrayar que es más el colonialismo europeo, ya sea británico, alemán o francés, que es parte esencial de nuestra historia europea y que nunca ha sido interiorizado como origen de los males de las violencias.

En sus páginas, Julián Casanova da cuenta de la violencia colonial, de la limpieza étnica y los genocidios, enfatiza dándole una enorme importancia a la violencia sexual en las guerras de asesinos, violadores y verdugos que crean sus propios rituales de destrucción y muertes, ya sea individualmente o en grupo, junto a los cobardes testigos cómplices y los aprendices de criminales como estamos viendo ahora con la brutal agresión a la europea y democrática a Ucrania por parte del sátrapa Vladimir Putin.

Historias múltiples

En su lectura apasionante nos vamos a encontrar con historias múltiples, con cruce de memorias desde Rusia a España, del Mediterráneo al Báltico, para descubrir por nosotros mismos que la violencia tiene su propia lógica, aunque sea funesta y salvaje. El militarismo y el nacionalismo radical condujeron a guerras desastrosas en Europa: hubo conductores responsables que ejercieron esa violencia irracional guiados por una visión imperial del mundo, unas veces, otras por razones de carácter étnico populista y en ocasiones por ideología de raza, religión o proyectos de utopías negativas.

En la primera parte del libro examina la tensión entre el mundo de privilegio, lujo y poder en el que estaba instalada una parte de la sociedad europea antes de 1914, en la que muy pocos anticiparon su hundimiento. A continuación examina de manera exhaustiva lo que denomina «culturas de guerra y revolución», que cubre la primera gran ola de violencias masivas que vivió el continente en la Primera Guerra Mundial, la revolución de 1917, las secuelas que dejó la quiebra de los imperios y del sistema tradicional de poderes. La crítica a la democracia ganó terreno tras los desastres de la guerra y por el miedo al comunismo que llegaba de Rusia. Tras la Gran Depresión de los años 30, la democracia aguantó solo en algunos países y un nuevo autoritarismo representado por los fascismos y los movimientos populistas de derecha radical triunfó en todos los demás países, en un continente europeo política y económicamente roto.

Merece atención los análisis que dedica al anarquismo terrorista como utopía derivada de la filosofía de la Ilustración, que bebía por igual del individualismo y del comunitarismo. La socialdemocracia había rechazado el terrorismo como método político pero, en cambio, los movimientos nihilistas anarquistas utilizaron las bombas contra los gobernadores y la policía como venganza contra los represores y explotadores. La imagen del «asesino virtuoso», que encarnaba la figura del sacrificio por la causa y el rechazo a derramar sangre inocente. En los partidarios de la acción violenta se impuso «la propaganda por el hecho» frente a las brutalidades e intransigencias del poder. En España, el atentado contra Martínez Campos, las bombeas contra la procesión del Corpus en 1896, contra el Liceo y el asesinato de Cánovas del Castillo. A comienzos de los años 90 tuvo lugar la guerra de secesión yugoslava, que duró toda una década, en la que se aludía a «odios ancestrales» que zanjaba todo intento de comprensión seria y documentada. La Yugoslavia (o eslavos del sur) que desafió a la URSS y que puso en marcha un sistema de autogestión elogiado por la izquierda mundial, entró en conflicto provocado por el intento de dominio serbio sobre el resto de federaciones. Las élites conservadoras postcomunistas y nacionalistas recurrieron a los agravios míticos y a la manipulación de la Historia, de nostalgia por pasados nacionales heroicos, que no eran sino tópicos y representaciones falsas a favor de una guerra tribal a sangre y fuego. Este es un libro sobre el siglo XX europeo, no solo sobre Europa occidental y así lo hace, como el autor señala, para que ustedes los conozcan.

‘Una violencia indómita. El siglo XX europeo’

Autor: Julián Casanova.

Editorial: Crítica. Barcelona, 2020.