Diego Prado (Mahón, 1970) experimenta con su literatura y ofrece la irónica visión de una sociedad desgajada de sus elementos más imprescindibles, falta de bondad, o la negación absoluta de la condición humana porque sus personajes, mujeres y hombres, se ven inmersos en algunos de los momentos más inesperados de su vida, y es así como sus historias se convierten en un extraño conjunto de adversidades, donde la angustia destruye todo a su alrededor, aunque estos protagonistas se esfuerzan e intentan dar sentido a cuanto sucede para liberarse de la pesadilla inesperada en que se han visto sumergidos.

Autor de las novelas En algún lugar te espero (2000) y Hospital Cínico (2013), y los libros de relatos Las espigas de la imprudencia (2003), Domingos buscando el mar (2007) y Sopa de fauno (2017), para el mahonés sus historias surgen de una simple anécdota que, en su mano, cobra protagonismo, porque en el fondo subyace ese otro relato que como lectores somos capaces de imaginar. Con Summertime blues (2021) entrega su novela más ambiciosa, un curioso recorrido por la música y la juventud de los años cincuenta y sesenta, ejemplo y modelo de una incómoda realidad y la búsqueda de un camino que alejara a los adolescentes de la sombra de lo mundano, una huida necesaria, y una actitud que revolucionó no solo el mundo de la música, sino que sacudió las conciencias de una generación arrastrada a la incomprensión de sus mayores, crónica del hastío cotidiano, y de donde surge la necesidad de encontrar nuevos espacios por los que transitar en una inquietante y convulsa sociedad de abundantes cambios y no menos sorprendentes acontecimientos, una generación que huyó del sueño americano y encontró la libertad de asegurarse un mundo a su medida, aunque el devenir histórico truncó sus sueños.

Este singular desafío eclosionó hacia nuevas posibilidades existenciales e indujo a vivir en un mundo diferente que originó otra música, otra literatura, otra forma de convivencia, provocó un acusado antibelicismo ante la barbarie de Vietnam, un consumo desmedido de alcohol y de drogas, y un acentuado individualismo que sustentaría una férrea lucha contra el juego del poder. En este concreto y singular escenario, Diego Prado hilvana su historia desde distintos puntos de vista, en un prolongado espacio temporal que alternará a lo largo del relato, enlazado por el protagonismo de los personajes, la conversación que inicia Nick Prom, un viejo músico, con una joven desconocida cuando descubre que el anciano acaba de recuperar la guitarra perdida de Eddie Cochran tras décadas perdida. Se incorpora a la narración la historia de Johnny, joven de mala reputación, enamorado de una chica a quien le hace una promesa para demostrarle su amor, robar y llevarle la guitarra de Cochran; no menos curioso, su amigo, el Largo, que le ayudará para que su aventura salga bien y protagonizará el episodio bélico en el infierno vietnamita, acompañado de otros personajes que intervienen en los acontecimientos y contribuyen a una ajustada y precisa ambientación casi fílmica porque, Prado, deja que Prom empiece la historia, para ir enlazando el resto de acontecimientos que desconoce el músico, y darán coherencia al resto del relato, aunque eso sí, el lector apreciará que la historia de la guitarra pierde protagonismo desde que su último portador la abandona y reaparece en las últimas páginas.

El desarrollo de esta novela queda trazado en los círculos del amor y de la amistad que nace en un pequeño pueblo del Oeste norteamericano, donde nunca ocurre nada digno de contar, y cuya pasión por el rock and roll y las promesas de amor dadas llevan a viajar a sus protagonistas por Inglaterra, España, Francia y, de vuelta al pueblo, donde se cierra el círculo. Quizá por eso, Summertime blues no es una novela de amor adolescente, ni la crónica de quienes vivieron, sintieron y bailaron el rock and roll, el blues, el country o el jazz, sino una historia acerca de la condición humana, o esa inquietante sucesión del paso de los días vacíos y de esas circunstancias que dejan huella en las personas vulnerables, y les lega esa forma de hacer y de estar que, también, identifica a una época determinada. Prado recrea ciertas figuras míticas de época, y al tiempo que descentraliza su acción, el narrador imprime a sus protagonistas una mirada diferente que, pese a los acontecimientos, los unirá con los exclusivos lazos de una sincera amistad para que en nombre de esta consigan su objetivo final.

'Sumertime blues'

Aurtor: Diego Prado.

Editorial: Algaida. Sevilla 2021