Decía Borges que «el olvido y la memoria son igualmente inventivos». Con este aserto como programa se teje el último libro del poeta francófono Jean Portante, El juego de la memoria y del olvido, que fue presentado en la librería La República de las Letras de nuestra capital el pasado 28 de octubre. Su presentación coincidió con la que tuvo lugar, un día antes, de su novela Mrs Haroy o la memoria de la ballena, en la Facultad de Filosofía y Letras.

Jean Portante, para algunos un escritor de culto, es hoy, sin lugar a dudas, una de las voces más potentes y singulares de la poesía francesa actual y una de las más representativas dentro de las tendencias neo-líricas que renovaron el panorama poético francés en la década de los ochenta del pasado siglo. Autor de más de medio centenar de libros, una veintena de ellos de poesía, su actividad literaria abarca la novela, el teatro, el ensayo, el periodismo, la crítica literaria y la traducción, lo que da al conjunto de su obra, en pleno proceso creativo, una dimensión extraordinaria, de una calidad acreditada por las traducciones, cada vez más numerosas, especialmente de su poesía, y los diversos galardones obtenidos, entre ellos el prestigioso Premio Mallarmé de poesía.

Los dos libros que han visto la luz en castellano en Córdoba marcan el itinerario de una escritura en la que se disuelven todos los límites genéricos para transitar, por medio de una lengua de extraña belleza, a través de todos los pliegues de la memoria y convertirse en palabra poética o, como dice el poeta, en «memoria convertida en ficción que sustituye a la propia memoria».

Afincado en París desde hace más de treinta años, Jean Portante nació en 1950 en Differdange, una población minera del Gran Ducado de Luxemburgo, adonde sus padres, migrantes italianos, vinieron a instalarse tras la Segunda Guerra Mundial. Su condición de hijo de migrantes, su origen italiano, su educación en un país que posee tres lenguas: el alemán, el francés y el luxemburgués, condicionaron una infancia, que transcurrió, como él mismo nos cuenta, debatiéndose entre una doble pertenencia que perfiló los rasgos de una identidad incierta y fronteriza, de ciudadano del mundo, o de ciudadano de tierra de nadie, que marca y se pone de manifiesto en toda su aventura escritural y poética. Viajero empedernido y consumado políglota, Portante elige, de entre las lenguas que domina, el francés para la producción de su obra literaria. Una compleja elección que nos explica a través de una curiosa imagen recurrente en todos sus textos: la de la ballena, el gran cetáceo marino de tantas resonancias literarias, que constituye, según nos cuenta en uno de los poemas en prosa de este último libro: «el núcleo de mi primera novela, y, el núcleo de toda mi escritura, ya que, no solamente me sirvió de metáfora de la migración, sino igualmente de mi lengua de escritura en la que respira el pulmón, la huella del italiano, como respira en la ficción lo que llamaré los huecos del pasado».

La lengua de su escritura es una lengua migrante que él llama 'langue baleine'

La lengua de su escritura es así una lengua migrante, que él llama langue baleine en el sentido que participa de una naturaleza equívoca, como en la ballena participa su condición de mamífero en un cuerpo de pez. Y en esa lengua fronteriza y multicultural, que toma el ropaje del francés, subyace siempre, como el pulmón en la ballena, el italiano, la lengua materna que conforma su primigenia experiencia vital. Es lo que podemos apreciar en El juego de la memoria y del olvido, libro de 93 poemas distribuidos en cinco partes, con títulos tan sugerentes como: «El mecánico del recuerdo», «Diario de un olvidador íntimo», «Quince jueguitos del olvido y la memoria», «Después del temblor» y «Olvido instrucciones de uso», donde se condensan todos los ingredientes de la poética portantiana. Una poética fundamentada en esa extraña lengua que nos sumerge en una geografía mágica, a veces onírica, de palabras que ensueñan la memoria bañada en el mitológico Leteo para extraer la materia de sus versos y fundamentar su interrogación acerca de ese «tiempo que retorna de un largo humo» y que no puede venir «sino de la fuente del segundo río/llamado también a veces olvido:/olvido poderoso de hoyos azules».

El olvido como paradoja, potenciador de la creatividad, nos hace descender con ese «grotesco mecánico del olvido», hasta el sótano donde mora «el humo del origen»: «como si de allí se sacara un vino/que solo puede ser extraído del barril del olvido». En este tono, a través de una versificación de ritmos dispares donde conviven desde tradicionales composiciones como la sextina hasta el poema en prosa y los procedimientos más modernos del verso libre, la ausencia de puntuación o de la mise en page, Portante nos invita a una lectura fascinante donde al hechizo la palabra poética se une la fuerza de la discursividad dialógica y reflexiva que interpela a la vida y al cosmos, a la memoria y a la desmemoria, y a los propios fundamentos de la escritura literaria.

«Escucha cómo se adormece / sobre cada cosa un / eco que se cosecha / a escondidas», nos dice ese desmemoriado olvidador íntimo que das pistas al poeta para que indague la azarosa contingencia del olvido y vuelva con nuevos rastros a la casa de la infancia, a la familia, a la tragedia del terremoto arrasador de su país natal y a ese diálogo permanente entre el norte y el sur que atraviesa toda su escritura.

Si el lirismo, como lo define Patrick Roy, «es una manera de ser en el mundo y de habitar el lenguaje», podemos afirmar que, por su manera de habitar y de decir el mundo, la poesía de Jean Portante es portadora de un lirismo singular y renovado que la distingue y le da un valor extraordinario.

El juego de la memoria y del olvido

Autor: Jean Portante.

Editorial: Ril Editores, 2021.