Pedro Villanueva (Cerredo, Asturias, 1976) había hecho alguna incursión en la narrativa con La huella de Roma o en el ensayo con Soy Francisca, niña cuna. Del Hospicio Real al Hotel Reconquista, pero El festival de la cosecha es su opera prima en el campo de la novela. La obra se enmarca en la Segunda Guerra Mundial y se inicia de forma trepidante con la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939 por las fuerzas nazis y soviéticas. Es la Blitzkrieg, la guerra relámpago, un nuevo estilo de guerra que combinaba las enseñanzas tácticas de la Primera Guerra Mundial con las nuevas tecnologías militares, una verdadera guerra interarmas. El autor, profundo estudioso de la Roma clásica, diseña la estructura de la novela como un sacrificio ritual, dividiéndola en tres partes: Praefatio, Inmolatio y Lectisternium.

En Praefatio el autor explora el sufrimiento del pueblo polaco en la campaña de Polonia. En contra de lo que comúnmente se acepta, el ejército polaco se defendió con fiereza, pero fue incapaz de resistir el envite alemán, superior en infantería y carros de combate. El cerco, caída y destrucción de Varsovia da paso a la huida hacia Lublin, situada cerca del siniestro campo de Majdanek, a tan solo cuatro kilómetros de la ciudad.

Inmolatio es la segunda parte de la novela y también la más extensa. Como en Vida y destino de Vasili Grossman, el autor nos presenta diversas escenas que forman un mosaico de experiencias terribles, los rostros de la guerra: el tren de voluntarios españoles rumbo al frente de Leningrado en el que el protagonista, Benigno, reflexiona junto a sus camaradas; las odiosas guardianas de los campos de exterminio; los judíos del gueto de Lublin; Danca, la enfermera polaca, una estrella entre el horror. Y junto a estos la presencia de personajes menores como el SS Höfle, Odilo Globocnik, Emil Laurich… todos ellos conforman un fresco del horror de la guerra presentada al lector en toda su brutal crudeza.

Lectisternium es la última parte de la novela que se completa con un apéndice denominado Encore. Se abre en la localidad de Ulm, Alemania, cuando la guerra está definitivamente perdida para el régimen nazi y los bombardeos diarios le recuerdan al pueblo alemán que llega la hora de ajustar cuentas por los crímenes cometidos.

La obra es un recuerdo y una advertencia. Un recuerdo del horror vivido en Europa por el auge de la ideologías totalitarias y asesinas como el nazismo y el comunismo. La descripción de las inhumanas condiciones del campo de Majdanek, en Polonia -un campo hoy casi olvidado en el que se asesinó a cientos de miles entre judíos y no judíos-, ocupa varios capítulos. El autor da voz a los personajes que sufrieron el horror, pero también a quienes los cometieron. La imagen del panadero reconvertido en responsable del horno de Majdanek, su eficiencia en la cremación y su falta de empatía con las víctimas, consideradas como una masa informe sin rostro ni alma, es un verdadero símbolo del odio irracional. Pero también es una advertencia. El odio a los judíos no fue patrimonio de los nazis. Como señala Luis Suárez en su magna obra Los judíos, el antisemitismo anidó en todas partes: «Los nacientes movimientos socialistas señalaron a los judíos como creadores del capitalismo y de las grandes desigualdades económicas». El señalamiento de un colectivo, la demonización de un grupo social, étnico o religioso es el primer paso para su exterminio. El nazismo recoge ese odio y lo lleva un paso más allá. La solución final no es más que la consecuencia lógica del odio sembrado durante siglos. Y es lo que el autor nos advierte: que el rencor es un sentimiento intrínsecamente maligno, y que lleva directamente al horror, a los hornos y a la ceniza.

Y sobre todo ello, por encima del miedo, de la bestialidad y de los crímenes, Pedro Villanueva crea una profunda historia de amor entre el soldado español, Benigno, y la enfermera polaca, Danca Stelmach. Y es ese amor el fulgor que se extiende por toda la novela, el fuego que hace que la humanidad perviva, que la esperanza no se pierda entre la muerte y el odio. La historia de los amantes, extraños ante una guerra que no reconocen como suya; su huida hacia España, hacia las montañas de Cerredo, le sirven al autor para concluir que la humanidad permanecerá mientras el amor se imponga, que el único remedio contra el odio no es otro que el amor. Nos habla, en definitiva, de las tres heridas de Miguel Hernández: la del amor, la de la vida y la de la muerte.

'El festival de la cosecha'

Autor: Pedro Villanueva.

Editorial: Ediciones Comodín. Ávila, 2021.