Tras el regreso hemos retomado el desayuno semanal. Y todo hay que decirlo, volvemos a buscar el nombre y los apellidos de ese intelectual que merezca una entrevista. Lo cierto es que cada vez pedimos menos. Como escribía Cioran: «La conversación solo resulta provechosa con los exaltados que han dejado de serlo». Ya hablamos de que se trataba de un diálogo de interés, alguien que pueda aportar lo que queremos (y debemos) escuchar voluntariamente. Y no porque lo digamos o lo deseemos nosotros, es una necesidad social, y también artística.

No hay muchas formas de entender la literatura, aunque se empeñen en indicarnos lo contrario. Lo fácil sería decir que hay muchos registros, muchos tonos, formas dispares y diferentes, que confluyen en una única «literatura». Pero lo cierto es que no hay muchas formas de entender la literatura, ya que literatura solo hay una.

Algo así como lo que se lee en El Quijote: «Antes le pidió perdón del agravio que le había hecho forzado de cumplir con las obligaciones precisas de su mal oficio».

La literatura de verdad está por encima de los propios autores

Hemos acabado denominando literatura a aquello que no lo es. La mayoría de lo que se escribe no es literatura, aunque parezca lo contrario. Es un mal oficio que se acepta y se acoge. El camino contrario al conocimiento.

A lo largo de la historia, de nuestra historia, desde que hemos adquirido el uso de razón hasta la actualidad, podemos forjarnos un criterio. Cada persona podrá tener un criterio diferente, un propio criterio, eso es la pluralidad, pero resulta que todos esos criterios son falsos, ya que ninguno es auténtico, provienen de nosotros. Y mientras no seamos capaces de sustituir ese nosotros por el concepto «belleza» seguiremos inmersos en el vicio y la arrogancia.

La literatura de verdad está por encima de los criterios, y de los registros, y de los tonos, y de las entrevistas. La literatura de verdad está por encima de los propios autores. La literatura autentica, comenzara a ser literatura autentica después de que, al menos, hayan transcurrido 500 años.