Pues hoy vamos a hablar, entre otros géneros literarios, del diario, a la vista de la edición reciente de Diarios. A ratos perdidos 1 y 2. De Rafael Chirbes, conocido de los lectores gracias a novelas como Crematorio o En la orilla, era menos conocida su actividad diarista, género al que suelo acudir con fruición desde que descubriera esa «novela en movimiento» que significaba los Diarios de Trapiello. Chirbes, viejo zorro de la literatura, muestra en estos diarios, al contrario que otros colegas suyos, un autorretrato sin máscaras, es decir, exponiendo sus dudas, ambiciones anhelos y miedos, sus enfermedades, opiniones y vivencias.

Porque no solo nos habla de literatura en sus Diarios Rafael Chirbes. «El mundo ha crecido demasiado y los asuntos ya no son, como en tiempos de Ulises, entre vecinos», apunta en uno de sus viajes a París. O «como me derrumbo y empiezo a pensar una vez más que esa idea de que puedo llegar a ser escritor es una fantasía de ególatra», deja escrito en enero de 1992. Y es que, a diferencia de los diarios de otros coetáneos suyos, Ignacio Carrión, Vila-Matas, o el propio Trapiello, los Diarios de Chirbes adolecen de una cercanía casi insultante. Un documento fundamental para entender la España de los años ochenta y noventa, los del compromiso político y el no a la OTAN, y para entender el devenir literario de un escritor a quien el éxito le llegaría, quizás, demasiado tarde.

Pero no solo de diarios vive esta Carta del Norte, y ya tengo sobre mi mesilla de noche la última entrega literaria de Jonathan Franzen, Encrucijadas, o la primera entrega de una trilogía sobre una familia del Medio Oeste, o de la América profunda, que tanta monta, monta tanto, a lo largo de treinta años. Nueva saga literaria en ciernes, y no cabe duda que próximo éxito editorial como lo fuera Las correcciones, novela que marcara un punto y aparte en su carrera. Y como colofón, Encrucijadas se desarrolla en los años claves y dramáticos del movimiento feminista en EEUU, los años setenta, y de la crisis de la institución familiar como pilar de la sociedad. Seguro que les suena.

Y, para terminar, un poco de poesía que siempre viene bien. Mircea Cärtärescu, quien saltara a la actualidad editorial gracias a una de esas editoriales pequeñas que luchan por hacerse un hueco entre las grandes, precisamente descubriendo valores literarios como el que les traigo a colación, presenta su Poesía completa o Poesía esencial, en donde se inclina ante las bondades de dicho género. No en vano, los grandes escritores han sido siempre poetas, desde Homero a Thomas Pynchon, ha manifestado en alguna ocasión. A nosotros solo nos resta leer su poesía, disfrutar con ella y esperar por la próxima novela.