Pasa, adéntrate en esta estancia justo ahora, esta invitación a la calidez y a lo emotivo. Cruza ese umbral porque detrás te espera alguien con un mensaje, con una propuesta de diálogo y un temblor. Y al seguir esta indicación, hallamos estos poemas en prosa de corte delicado y profundo, pero sin una evasión visceral de lo cotidiano que nos asola. El pulso de Chivite, tras unos cuantos años en silencio, reaparece firme, y eso permite que en cada poema descubramos algún hallazgo que ha sabido fermentar con el tiempo y el trabajo. De fondo ese toque oriental que se manifiesta con cierta intención estética, que ralentiza el paso del tiempo por los versos, que reflexiona y nos envuelve en ese halo meditativo, pero ojo, sin que ello descarte la intensidad emocional, solo la concentra en un punto, una situación concreta.

Sentir y hacer partícipe de ese sentimiento desde la conciencia plena del momento, con la escritura como reflexión permanente que forma parte de la existencia pero también como un juego con lo lúdico que conlleva un guiño a la infancia y sus rescoldos que arden pero ya no queman. Chivite perfila una manera sutil y vigorosa de sacar a la superficie lo menos visible, de ponerlo sobre la mesa, con su fuerza y su carga significativa, aunque sin perder esa serenidad y templanza en el tono. Ello da como resultado esta voz, que pasa por las cosas y las escenas en las que aparentemente parece que no sucede nada, pero sí que sucede y se trasciende el hecho elegido.

La voz está ahí, no se esconde, a veces se echa a un lado y deja que todo transcurra con naturalidad, otras toma las riendas desde el principio, pero ese ‘yo’ no es desmedido, en cada poema guarda su propio papel y espacio, mantiene ese equilibrio que no descompensa el texto. Ser consciente de que ‘solo son poemas’ y aún así, entregarse a fondo, persiguiendo ideas que lleven a instantes, como una tónica general durante todo este trayecto; ese camino hacia la escritura es un buceo hacia el interior y hace que aflore ese punto de templanza de quién contempla, asimila y luego proyecta sobre el papel esa lírica de la ternura y la perplejidad. La nostalgia del pasado no duele, imprime su propio sello: Nos faltó tiempo. Tiempo para sentirnos parte de aquella arquitectura… y desde esa serenidad es más fácil abordar lo emotivo del instante, de atravesarlo sin que haya pérdida de hechizo, aunque la voz opta -en la mayoría de los casos- por la inmediatez del presente, por no perder de vista lo pasado y lo venidero, pero instalado en lo que transcurre, en esa inmediatez fresca y a la vez emotiva que acaba por conjugar todos esos planos temporales.

Este libro no se cierra con la última página, los últimos versos, es el comienzo para volver a entrar, bajo el acompañamiento sereno de las pinturas de Gómez Losada, en esta estancia de las cosas pequeñas que crecen con intensa emoción, de los momentos cuya plenitud es compartida buscando cómplices que crucen ese umbral, esa llamada hacia la resistencia de la belleza.

Okaeri

Autor: Eduardo Chivite.

Editorial: Cántico.

Córdoba, 2021.