Desde que hace ya más de veinte años Baumann hablara de Modernidad líquida para aludir a la falta de valores sólidos en las sociedades actuales, poco hemos hecho para revertir el egoísmo y la falta de humanidad que nos asola. Por eso Joan Morales Alcúdia (Barcelona, 1967), al hacer un análisis de los males que aquejan a nuestra sociedad, ya no habla de capitalismo líquido sino gaseoso, llevando un poco más allá aquella falta de solidez que ya criticó el propio Baumann.

Con Capitalismo gaseoso, editada por Trifaldi, Morales aborda con rigor y humor los temas más trascendentales de nuestra sociedad: desde lo más general a lo particular, desde las falacias de la nueva economía y la sociedad de la información a los problemas de la educación en nuestro país o la cohesión del Estado. A pesar de los asuntos tan variados que aborda, el libro no resulta en ningún momento desordenado, sino todo lo contrario. Es un ensayo de tesis, donde los temas se van desenvolviendo con estructura y sistema, con rigor y también con grandes dosis de humor. Yendo desde lo general a lo particular, en un estilo claro y agradable de leer, el autor desarrolla asuntos aparentemente complicados de forma amena y fácil de entender. No solo hace un análisis del capitalismo, sino de toda la sociedad en conjunto, de la necesidad de encontrar soluciones globales a problemas globales. Aborda el análisis de nuestras sociedades a través del estudio de sistemas para plantear, a continuación, la denuncia de la «economía del postureo», basada en la especulación y no en la producción, en las falacias de la bolsa, el riesgo, las expectativas y el objetivo básico de este modo de entender la economía: «hay que saber vender humo» (pág. 40).

En poco más de 150 páginas el autor desenmascara las mentiras de la sociedad en que vivimos, la base de las injusticias y la desigualdad, la gestación de burbujas, la extensión de la pobreza, mientras el inversor apuesta en el casino global en que se ha convertido el planeta. No se deja en su análisis la psicología individual y social, el comportamiento del consumidor, el papel de los medios de comunicación o los líderes de opinión. En su clara y certera crítica hacia las sociedades actuales y sus sistemas económicos, habla con claridad meridiana, como en el capítulo titulado «Pantallitis», donde explica que «internet es un ladrón que ha venido a robarte el tiempo de tu vida» (pág.90), para rematar un poco más adelante que los medios de comunicación se basan en dos pilares: mentiras y miedo. La avalancha de información que proporcionan los nuevos medios de masas e internet no favorece nuestra capacidad crítica: sin filtros no hay formación, sino desinformación. Avanza el discurso bajando a los temas más importantes y cotidianos: el trabajo temporal, emprendimiento, subcontratación, la crítica rotunda y acertada a la situación educativa de nuestro país, donde los centros educativos son «oasis a contracorriente de los valores del resto de la sociedad» (pág. 109). No deja atrás la situación en Cataluña, los conceptos de Estado y Nación, la legalidad, la legitimidad o la nueva política, para pasarlo todo por la criba de su espíritu crítico, para desvelar la mendacidad de esta sociedad evanescente, ya no líquida sino gaseosa en que vivimos. Lo hace con claridad y contundencia en la crítica, pero, no por ello, el libro adolece de lo que suele ocurrir a los críticos demoledores: quedarse en la mera crítica, no aportar alternativas. Por el contrario, el autor procura soluciones y les da un nombre, «neocapitalismo inverso», un conjunto de medidas que de forma realista procuren adaptarse a la situación y mitigar, de alguna manera, los efectos perniciosos que ha creado el capitalismo actual. No solo se refiere a la generación de injusticias o explotación; el riesgo más acuciante de todos ellos es el cambio climático, que amenaza nuestra propia supervivencia como especie. Es en este momento cuando aparece el enfoque humanístico, única vía que puede llevarnos a un horizonte mejor. Y ahí propone medidas realistas: búsqueda de intereses comunes como especie, control democrático de la economía, incentivos económicos para el cambio de modelo, importancia del tiempo como valor, verdadera riqueza del ser humano. Se citan los bancos de tiempo, la necesidad de aminorar el egoísmo que impera hoy en nuestras relaciones y el fomento de ideas tan antiguas como revolucionarias: los bienes más valiosos son nuestro propio tiempo y la búsqueda de la felicidad. El autor retrata con detalle las sociedades actuales para inmediatamente gritar: «el rey está desnudo». Caen las falacias de ese capitalismo gaseoso para, desde ese momento, exigir la integración del humanismo y la ética en el mundo de la economía.

'Capitalismo gaseoso'.

Autor: Joan Morales Alcúdia

Editorial: Trifaldi

Madrid, 2021