Se acercan las sucesivas ferias del libro locales y regionales, cuya culminación tendrá lugar, covid mediante, en el mes de septiembre en el Parque del Retiro madrileño. Allí, una vez más después del obligado ostracismo de estos años, autores y editores apurarán sus presentaciones a la par que nosotros, los lectores, comenzaremos a descubrir las que serán las grandes apuestas literarias del otoño, una temporada que engrasa sus máquinas cara los próximos premios editoriales: el Planeta, Nadal, Anagrama, Biblioteca Breve… En fin. Toda una catarsis literaria que presagia el éxito o el fracaso de quienes se exponen en las casetas de las firmas a sus lectores. Por ello, ahora que nos acercamos a la verdadera fecha de la Feria del Libro de Madrid, aquella que todos los años me llevaba a deambular entre las casetas del Retiro, bueno es hablar de la rentrée literaria previa a los saraos que se avecinan, o al menos de algunos de los que a mi juicio van a ser los ejemplares que llenaran las mesas de novedades de las librerías este apacible verano de playa y literatura. «¿Es América Latina una región del mundo condenada a la humillación y a la pobreza?», escribía un clásico del Retiro, Eduardo Galeano, hace demasiados años. Un libro, Las venas abiertas de América Latina, de rabiosa actualidad estos días, precisamente cuando se cumplen cincuenta años de su primera edición. Un ejemplar paradigmático que a buen seguro haría las delicias de su autor, si no fuera porque precisamente se estaría cumpliendo uno de sus mayores temores: que resultara hoy en día tan actual como entonces, a la vista de cómo continúan sangrando las venas en la América profunda del Cono Sur. Pero recuerdo que era relativamente fácil poder encontrarse con el autor uruguayo, e incluso poder departir con él o tomarse un café, en uno de sus descansos en la editorial Siglo XXI. Otro autor fiel a la Feria y sus lectores es Javier Marías, de quien se acaba de editar Tomás Nevinson, o la culminación de una carrera literaria sin parangón en nuestras letras, a la altura de los, si me lo permiten, Luis Mateo Diez o Antonio Muñoz Molina. De Marías lo queremos y lo admiramos todo desde sus inicios en Anagrama, y he de decirles que nunca defrauda a la legión de seguidores que hacen cola para buscar su firma. Y siguiendo nuestro paseo entre las casetas, siempre era posible deducir dónde estaba firmando libros Francisco Umbral, de quien algún día hablaré de lo humano y divino. Apuntar tan sólo que se trata de un escritor cuyas acciones literarias en estos momentos cotizan a la baja, pero que en su momento era tan demandado como lo podía ser Vargas Llosa, Vilallonga o el Premio Alfaguara 2021 de Pilar Quinta, Los abismos, autora que pocos conocían hasta la concesión de este. Disfruten las ferias, compren libros, que se los firmen o no, es puramente secundario. Léanlos, y no duden, volveremos a vernos en el Parque del Retiro cualquier año de estos. Con Galeano, Javier Marías y todos aquellos autores con los que descubrimos que la literatura nos hace ser un poco, solo un poco, más felices.