No tenía noticias de Salvador López Becerra desde hace unos años. Siempre fue un poeta dúctil, de calidez lírica hermosa, restallante. Ahora leo en La baraka, su nuevo libro, un resplandor de palabras mojadas por una suave lejanía: «un pajarillo hambriento ha capturado una libélula». La luz, el color de Marruecos, la belleza de lo natural e insólito conmueve cuando uno se adentra en los textos de esta obra: «La gacela ignora a los poetas, pues ella es el poema perfecto».

Mariposas y oasis, deliciosos palmerales, pero también rinconcillos sobrios, austeros, deslumbran como colibríes en este libro de López Becerra. Él es un poeta mago que hace ligeras, líquidas, volátiles, centenares de páginas ceñidas por la pátina de un sol marroquí que el lector siente en sus hombros. Dentro de La baraka hay textos de oro.

El libro lo edita el Centro Cultural Generación del 27 con un gusto exquisito. Entre sus páginas hierve la poesía, se desliza deprisa y salta en nuestros ojos como una gacela ágil, pudorosa. Salvador nos regala la esencia de Marruecos en un puñado de textos diamantinos.