El cartero siempre llama dos veces, aquella genial novela de James M. Cain que habría de presentarnos una imagen de la Gran Depresión como pocos supieron hacerlo, quizás a la altura de Steinbeck, se habría de convertir en una coletilla más o menos desafortunada gracias a los buenos oficios de Hollywood y sobremanera de Jessica Lange y Jack Nicholson, quienes nos regalaron algunas de las escenas más tórridas de la historia. Y curiosamente, El cartero siempre llama dos veces me ha venido a la memoria, estos días de resaca pandémica, en la que las Editoriales comienzan a preparar su nuevo y definitivo retorno, sobre dos pilares fundamentales: el ensayo postcovid y la novela negra, que, por fin, ha pasado a engrosar la mayoría de los catálogos editoriales de este país. El cartero siempre llama dos veces, cierto, y generalmente suele hacerlo así los días en los que acostumbra a traerme a casa pequeños tesoros en forma de novelas. Caso de Pleamar, en donde el guionista y novelista Antonio Mercero realiza un peculiar análisis de la sociedad y de los nacidos en los albores del milenio, utilizando las herramientas propias del mismo. Y en donde YouTube se convertirá en protagonista circunstancial de dicha novela a partir de la retransmisión en directo por el canal de internet de la muerte de Martina, la hija desaparecida de dos conocidos youtubers.

Pleamar demostrará así que la novela negra no esta reñida con los tiempos que vivimos ni con sus peculiares guiños tecnológicos. Y el mismo cartero ha sido quien me ha traído la obra La patria de los suicidas, opera prima agónica, angosta, de Pascual Martínez, quédense con este nombre. Novela asfixiante de diálogos cortos que se desarrolla en la Andalucía profunda, en donde los olivos se extienden hasta el infinito y en una comarca que triplica el número de suicidios del resto del país, para una historia de personajes de carne y hueso, encabezados por el nuevo sargento de la Guardia Civil que llegará a la comarca encontrándose con un nuevo misterio: un suicida ahorcado, una viuda enigmática y una fotografía. Pero no todo va a ser novela negra, y el cartero, aquel que siempre llama dos veces, también será el encargado de hacerme llegar el World Press Photo 2021, que edita anualmente Blume editorial. No estamos ante un libro de «fotos de guerra» o de «fotos de tragedias» al estilo Frank Cappa, aunque ésta se manifieste en toda su crueldad en la imagen ganadora este año, y sí esté presente en cada una de cuantas seleccionadas encontraremos en el libro,

Y tampoco estamos ante un libro de fotografías corriente, ya que de cada imagen y de cada texto de World Press Photo 2021 se puede extraer más de una conclusión. Vistos o leídos con perspectiva literaria, es posible percibir en ellos una trama argumental, bien en las propias imágenes, bien en los pies de foto de estas. Un argumento acentuado precisamente con el paso de la pandemia que tantos estragos ha dejado a la humanidad. Eso es lo que le da actualidad a la obra y lo que indica que sabrá envejecer. Por eso, queridos lectores, propicios días y propicias lecturas.