Nada menos que 175 años de la historia de Estados Unidos son los que nos encontramos en esta Antología del cuento norteamericano, que, prologada por Carlos Fuentes y con selección del Richard Ford, apunta a no ser considerada una más dentro del género, sino a marcar un antes y un después dentro del mismo. Estamos ante una pequeña joya literaria que aúna por igual viejas y conocidas obras como Bartlebly el escribiente, de Herman Melville; La carta robada, de Edgard Allan Poe; El rincón feliz, de Henry James, con otras de escritores de culto como Ambrose Bierce, Un suceso en el puente sobre el río Owl; Raymond Carver, Tres rosas amarillas; Sherwood Anderson, que tanto influyera –se dice- en Hemingway, con escritores menos conocidos y con talento de nuevo cuño como Lorrie Moore, Como la vida, o el propio Richard Ford, que firma su relato Optimista.

Nadie duda a estas alturas que el género breve, el relato, tiene su origen y máximo exponente en los autores americanos del XIX y primera mitad del siglo XX. Cierto es que, posteriormente, habría de tener alumnos aventajados (Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo...) que de alguna manera se empeñaron en regenerar en Latinoamérica un género tremendamente vivo, pero no es menos verdad que estos autores nunca habrían llegado a nada si otros anteriormente no les hubieran abierto el camino. El propio García Márquez se ha referido con frecuencia a la influencia que sobre su obra tuvo un autor tan denso como William Faulkner. No cabe duda, por tanto, que existe una tradición cuentística americana que traspasa sus propias fronteras, por un lado, pero que ejerce a su vez una labor endogámica por otro, toda vez que es posible encontrar una trazabilidad entre todos ellos, trazar una línea, difusa a veces, de mayor grosor en otras ocasiones, que sirve de unión entre ellos para entender un poco más la literatura americana y por extensión su forma de interpretar la vida, y hasta la muerte.

Son autores con una lengua común, como muy bien dice Richard Ford, pero a los que les une algo más que una variante lingüística. La literatura sureña existe por más que se empeñen algunos detractores en negarlo, y está intrínsicamente relacionada con una cultura anclada aún en la América más profunda. Pero, con todo, el verdadero valor de la Antología del cuento norteamericano reside precisamente en su diversidad de autores, de razas, de implicaciones sociales y culturales, y en ese carácter de mosaico que uno tiene la sensación de estar visionando. Antología del cuento norteamericano es un puzle de escritores y relatos, un multicolor mestizaje enlazado de principio a fin con una única idea central: contar la historia de Estados Unidos a partir del proceso creativo de sus protagonistas.

Estamos ante una obra plena de intensidad llamada a servir de referencia siempre que en el futuro se hable de los narradores americanos.

‘Antología del cuento norteamericano’.