Escribir un buen libro, conseguir el Ricardo Molina, y verlo, además, publicado en Hiperión, para un buen poeta es la cuadratura del círculo. Juan Manuel Romero lo consiguió con su poemario Contra el rey. En él borbotean versos limpios, iridiscentes, como ascuas de luz cayendo en la nieve de la infancia. El autor de este libro no ha escrito contra el rey, sino contra el dolor y a favor de la ternura de la maternidad más luminosa: «Me has pedido que ponga/ una mano en tu vientre». 

Romero dibuja sobre una cicatriz «el testimonio de haber vencido el tiempo». Dice en «Abdicación», el mejor poema de todo el conjunto: «Renuncio a ser el rey/ del pueblo en rebelión que soy yo mismo». Y, muy poco antes, en otra hermosa pieza escribe: «Delicada, sensual,/ una nube se mueve entre colinas». Sabe unir la delicadeza a la denuncia por el frío y el hambre sufridos en años de posguerra: «Llevar comida a casa te daba un raro orgullo». Juan Manuel Romero ha conseguido hacer la cuadratura del círculo poético: un libro excelente, el Premio Ricardo Molina, e Hiperión, la mejor editorial para hacerlo luz.