Caliente es el segundo ensayo de Luna Miguel. Esta poeta, periodista y editora se inició en el ensayo feminista con El coloquio de las perras, donde recuperaba y homenajeaba mujeres como Elena Garro, Rosario Ferré, Pita Amor o Gabriela Mistral, entre otras. Ha publicado libros de poesía, desde los dieciocho años, como Estar enfermo, Poetry is not dead, Pensamientos estériles, La tumba del marinero, Los estómagos, El arrecife de las sirenas y Poesía masculina, y sus poemas han sido acogidos y traducidos en numerosos países y lenguas. Su primera novela, El funeral de Lolita, editada por Lumen, se ha traducido al italiano; además nos adelantaba en la solapa, que próximamente publicará la novela Conejitos. Caliente es un éxtasis donde convergen voces feministas como Hilda Doolittle, Cristina Morales, Marvel Moreno, Anaïs Nin o Marina Tsviétaievay, entre otras. Y donde se incluyen encuestas a voces, o entrevistas, a voces anónimas. Es una descarga que engancha a quien pasea entre las observaciones y las hace suyas, como si se tratara de una charla con una amiga, mientras esta aprende a amarse a sí misma. Y también es una ruptura con los tabúes. Caliente es un éxtasis de literatura cuando se escribe desnuda, con libertad en el sexo, el dolor, el cuerpo, los límites de la vergüenza y el amor propio, poniendo sobre la mesa aquello que socialmente, o por cuestiones religiosas o sociales, se considera tabú, referente a la mujer, su anatomía, la masturbación y la vulnerabilidad.

- En la portada aparece una rosa -rosada- con espinas, que sale de la flexura del codo. Por otra parte, hablas del rosa en diferentes portadas como ese color asociado a lo cursi o a la vulva. Pasando de puntillas por ese primer vistazo al libro, las vicisitudes virginales y religiosas, ¿es tu rosa el símbolo de renacimiento místico tras alcanzar la libertad o es ese tormento de los mártires al perseguir su objetivo?

- Yo creo que la rosa es un símbolo natural y hermoso. Demuestra que todo en la vida tiene sus bellezas y sus peligros, y que hay que aprender a convivir con ambas.

- ¿Va tu narración hilada desde «un corazón roto» hasta alcanzar la libertad y el auto placer literario -allí donde hablas «cómo me follo y sobre cómo escribieron que follaban algunas de mis escritoras favoritas»-, según comentas en la nota final?

- El corazón roto es una excusa, pues no creo que exista tal cosa. Un corazón roto sólo es una metáfora, al fin y al cabo. Narrar desde el comienzo esa especie de mala noticia, ese mal que irrumpe en el pecho de la narradora, me ayuda a armar una narración que luego me permite fingir, a través de la lectura y del sexo, el ensamblaje de los trocitos chiquitos de corazón que se habían desperdigado en la primera página.

- ¿Es ‘Caliente’ el proceso de descubrir una urgencia?

- Es el proceso de mirarse en el espejo a través de los reflejos de lo que escribieron muchas mujeres muy diversas antes que yo.

- Aparecen Sailor Moon, «aficionada a videojuegos y la comida calórica»; Blossom, «horrorizada por su nariz»; Britney Spears y su 2007, Lolita «casada con otro, preñada, «vulgar» o Punky Brewster. Hablas de la fealdad como mecanismo de opresión y un estado mental que podría encontrar «una manera de rebelarse» en el amor en solitario…

- Son muchas las presiones que nos llevan a despreciarnos. Especialmente a las mujeres, y eso se acentúa cuando somos niñas o adolescentes que, creciendo, muchas veces carecimos de modelos fuertes o de imágenes de cuerpos femeninos que se alejaran de lo canónico y lo opresivo. Aprender a mirarse también puede ser aprender a admirarse y, por lo tanto, a disfrutarse a una misma.

- ¿Ignoramos el potencial de ese amor en solitario igual que hemos hecho con el poder del clítoris?

- Diría que durante siglos lo hemos ignorado todo. Incluso a día de hoy todo lo que tiene que ver con la emancipación y la realización sexual está mediado por el mercado.

- Tarareando a Bad Bunny haces una reflexión sobre «cómo es posible pensarse a una misma amándose libremente -ya sea en compañía o en solitario- si lo primero que te susurra el mundo es que ‘hacerte un dedillo’ es denigrante».

- Sí. Tiene que ver con lo que he dicho un poco más atrás. El autoconocimiento para el conocimiento, y el conocimiento para el consentimiento.

- En ocasiones, vulnerabilidad, exhibición y degradación van de la mano y más cuando se trata de un relato gestado por una mujer. ¿Por qué piensas que estos nexos son tan inmediatos?

- Porque si históricamente no hemos tenido en cuenta a la mujer como mera ciudadana, cómo íbamos a hacer lo propio con ella como escritora, como artista en general. Todavía hoy, en 2021, hay columnistas que, cuando una mujer publica autobiografía, la llaman egoísta, y cuando lo hace un hombre celebran su valentía.

- ¿Cuál es para ti «la vergüenza de un papel en blanco» y qué tiene que asumir el imaginario colectivo de ello?

- La vergüenza, no ya de no tener inspiración para escribir, sino de tener demasiadas cosas por escribir y no saber hacerlo por culpa de los tabúes.

- Haces una pregunta que quisiera hacer mía: «¿Estamos las poetas destinadas a escribir un placer dolorido?».

- Parece que eso es lo que encontramos en Anne Sexton, Sharon Olds, Joyce Mansour, Ingeborg Bachmann, Miriam Reyes y muchas poetas que han puesto su cuerpo en el papel. Pero ojo, tal vez no sea algo tan malo. Tal vez sea parte más de la liberación.

- ¿Cómo subiremos ese peldaño de aceptar a la escritura femenina como escritura universal, como escritura a secas?

- Leyendo a más mujeres, incluyéndolas en reportajes, citándolas en ensayos, llevándolas a los temarios en la academia o en los libros escolares, llamándolas a congresos y tertulias, dejándonos ya de tanta tontería, vaya.

- Recordando a Safo, ¿quién se acordará de nosotras?

- No lo sé. Pero ojalá de esta época de tantas escritoras brillantes muchos de sus nombres lleguen a las estanterías del futuro.

- Citas más de una treintena de obras y más de cuarenta títulos y añades que «han sido clave durante la escritura de ‘Caliente’». ¿Visibilizas con ellas la experiencia de la mujer? ¿Cuántas ramas del árbol genealógico de la literatura quedan por desbrozar para poder verlas a ellas?

- Prefiero imaginar la literatura como un bosque en el que no hay que desbrozar nada, pero sí atreverse a adentrarse, a pasear, a mirar, a no dejar que tabúes y prejuicios o injusticias heredadas nos obliguen a olvidar.