El cinturón industrial de Barcelona ofrece al autor, Kiko Amat, unos personajes cargados de cierto determinismo por la falta de posibilidades, de un futuro, situados en una orilla social lejos de otra ausente y a la que es muy difícil acceder, de hecho ni aparece en el relato. El autor conoce el limo y la historia reciente de esos barrios periféricos, ya que creció en uno de ellos, Sant Boi, a donde llegó una enorme cantidad de emigración y en los que no fue fácil la vida de quienes arribaron como mano de obra barata para sustentar la industrialización y donde se situaba uno de los entonces llamados «manicomios» más famosos, aparte de un mítico equipo de rugby. En muchos casos los jóvenes no supieron cómo gestionar esa dificultad añadida que se adhería y una de las espitas de salida fue la eclosión de grupos que iban arribando a distintos formas de vida en las que la violencia, la droga y el alcohol conformaban una tríada explosiva. La vida al límite -que ya alzaron como modelo «los quinquis»- parecía el único recurso de un destino traidor. Aunque no todos aquellos que se criaron en la Badalona, Sant Boi o Santako como lugares de referencia del autor fueron así, obvio, hubo quienes tuvieron muchas papeletas para que lo fueran.

La nota predominante se asienta en lo descarnado con algunos momentos de verdadera inquietud, no hablamos solo de los episodios de violencia física que están muy bien resueltos, sino del hundimiento en la caída posible a los infiernos, donde apenas se divisan algunos pequeños brotes verdes entre las calles, locales, naves, campings abandonados, tan solo alguna esperanza de lo contrario, como fugaces apuntes de ternura y sensibilidad. La lectura sería absolutamente indigerible con la muestra de una violencia primitiva, tribal, gratuita, sádica, si no fuese por la mencionada ternura o cierta esperanza que señalan lo más humano. Esas ráfagas nos permiten respirar en la lectura, tomar aire para seguir por esa vorágine del cinturón de Barcelona que puebla algunos desheredados condenados al lado oscuro de la vida donde es muy difícil poder aceptar una solución con una herencia tan devastadora, sobre todo la sentimental, en una coctelera agitada conteniendo la falta de futuro, el trabajo autómata o el paro, el chaplinesco contexto de Tiempos modernos. Aunque se trata de ficción que presenciemos un documental de memorias situadas en desheredados arrabales de fortuna o un Trainspotting barcelonés, para interpretar y poder entender en parte los grupos radicales que practican la violencia gratuita, en este caso unos ultras del FC Barcelona con ideología, se podría llamar así, neonazi, que se retroalimentan de una sola idea, machacar a un enemigo, hecho que cortocircuita y anestesia cambiando la intención y el foco de quienes no tienen futuro y en lugar de apuntar a la otra orilla social se dedican a partirse la crisma entre iguales. «Verte sometido a la genética te pone de mal humor», escribe Amat.

Destaca la crudeza en las descripciones, pero en el desarrollo de la narración se descubre que debe ser así, no queda otra. También resulta interesante la creación de un propio lenguaje que transita a lo largo del relato, una invención, una jerga que responde a una estrecha mirada del mundo. En un himno que cantan los protagonistas se alza la piedra basal y asidera de quien se sabe que está fuera de la normalidad: «nadie nos quiere y nos da igual». Analizado el trasfondo podemos asistir desde la incomodidad a la presencia de un triste canto de soledad y orillada visión de la vida, de quienes se han convertido en perdedores, o tal vez lo hayan sido desde siempre. Nadie lo ha querido pero se encuentran robando, chantajeando, pegando, matando, inmersos en una especie de western urbano, en un inevitable ojo del huracán que arrastra sin poder apearse.

Quizás en este libro exista algo de catarsis griega, otros que matan, que mutilan, que ejercen en lo peor y así mitigar ese instinto primario que se esconde en nuestro ADN, aunque en este caso desbocado y fuera de lugar. El problema es que con la revisión de algunas imágenes de enfrentamientos (ultras o parecidos) percibimos lo que no asoma del resto del iceberg, pero lo intuimos. Y eso, por desgracia, es realidad. Algo de tremendismo tiene la violencia protagonista. Y sin embargo, el autor declara algo para no perdernos en el asunto: «sin conocer su biografía no puedes juzgar ni condenar a nadie». Inquietante novela.