P arece que fuera, realmente, un judío de finales del siglo XIII quien narra con detalle la vida de Alfonso Pérez de Guzmán, sin exageraciones ni mitologías. Así logra Juan Luis Pulido (Sevilla 1965) arrancar el hilo narrativo de esta novela histórica, que es la tercera en su haber, tras Última Frontera (2017) y Lloran las piedras por Al Ándalus (2019). Para contar la vida de Guzmán el Bueno desde una perspectiva más humana y real, el autor se sirve de la primera persona, dando voz a este personaje, el judío Zag, como testigo privilegiado de cuanto le aconteció a su amo tanto en el campo de batalla como en el de su vida privada.

A la muerte de Guzmán, Zag había compuesto una crónica biográfica que ahora pretende falsear Juan Alfonso de Guzmán, el heredero, para tapar los episodios menos honorables de la vida de su padre. Para ello ordena encerrar al biógrafo en una prisión y le quita sus escritos con la intención de que un monje a su servicio manipule la historia a su conveniencia.

El judío escribe entonces en aquel calabozo la verdadera historia de Guzmán el Bueno como un tributo a la verdad y a los deseos de aquel hombre a quien idolatró a lo largo de su vida. En su relato se apreciará la categoría humana de Alfonso Pérez de Guzmán, sus virtudes y sus defectos, sus fortalezas y debilidades, hasta dibujar un cuadro humano y muy verosímil de aquel gran personaje de la España del siglo XIII, que influyó decisivamente en el devenir de los acontecimientos más importantes de su época. Zag contará la historia desde el momento en que le sirve como esclavo y secretario. Desfilarán por las páginas los principales hechos en que su amo participó: su papel en la tregua establecida entre Yusuf y Alfonso X el Sabio, la muerte del rey y las guerras civiles de Castilla, la venganza de su propia familia y sus hermanos, los años en que lucha como vasallo de Yusuf en el sultanato de Fez donde amasó una ingente fortuna, su vuelta a la península y las campañas de Tarifa, Algeciras o Gibraltar. Entre tanto hecho histórico no olvida el autor poner en boca del narrador los sucesos más delicados de la vida privada de Guzmán: la tormentosa relación con su esposa María Coronel, mujer soberbia e inteligente y, como si fuera un fantasma que le perseguirá toda su vida, la muerte de su primogénito. Ese triste episodio en que decide sacrificar la vida de su hijo antes que rendir Tarifa se relata con la cercanía y la certeza humana de la que carecen las crónicas de la época, dadas a la loa y la exageración propias de la épica. Pulido logra hacer el relato más cercano, escrito con un estilo narrativo que recuerda a la expresión propia de aquel castellano del siglo XIII, para que el sabio judío Zag pueda desenvolver ante nuestros ojos una imagen más veraz y humana del desarrollo de aquellos hechos que forman parte importante de nuestra historia.