E l héroe es un personaje que, por su origen, sus valores, la solidaridad de sus acciones y la justicia social que aplica, ocupa su lugar en la historia de la literatura universal, es digno de respeto y de una absoluta veneración. Los héroes mitológicos aparecen casi siempre de una manera extraordinaria, mediando en conflictos que resuelven de una forma satisfactoria, y se enfrentan a un final donde el personaje se confronta con su contrario, y finalmente mueren de manera gloriosa para servir de ejemplo al género humano. Pero sabemos que los héroes, en la actualidad, no usan capa o esconden su identidad disfrazándose, sino que visten de forma informal, usan vaqueros y camiseta y calzan zapatillas deportivas. Por este, y no otro motivo, Daniel Jiménez (Madrid, 1981) lo tiene claro en su reciente libro de relatos 2020), en el que establece hasta cinco categorías para desarrollar su particular teoría sobre los héroes: los conocidos, los olvidados, los anónimos, los perdidos y los encontrados y, en cada una, alguien protagoniza una de las cinco.

Las historias se construyen alrededor de unos personajes que unas veces luchan, otras resisten, en numerosas ocasiones arriesgan en su cotidiano subsistir y, como es de esperar, al final sucumben a la barbarie diaria. A medida que avanzamos y pasamos las páginas de en el abanico de historias que el narrador madrileño presenta, nos vemos identificados en alguno de los ámbitos familiares o amistosos, reconocemos a algún vecino o conocido o, en el mejor de los casos, nos vemos representados. Es así como se proyecta una imagen bastante identificable de nuestra propia vida, incluso de nuestros propios deseos o anhelos, de nuestras esperanzas y abundantes cobardías y, por añadidura, de nuestro pánico o pavor ante la vida misma.

Las vidas de los numerosos personajes que vamos conociendo en la mayoría de los relatos, al menos en cuatro de las cinco partes del libro, se desarrollan y localizan en torno a un mismo espacio: La Majada, una zona residencial, bastante exclusiva, que funciona como nexo de todas las historias de estos héroes conocidos, olvidados, perdidos y encontrados. Muchas de esas sonrisas, o la irónica y sarcástica mirada que nos arrancan las dos primeras partes, desaparecen nada más empezar la tercera, «Los anónimos», un sorprendente recorrido por las calles del centro de Madrid donde descubriremos a un centenar de personajes y que, como lectores curiosos, nos llevarán a reconocer a muchos de esos héroes anónimos, supuestamente desconocidos, que forman parte de la realidad en la que nos movemos día a día.

La obra genera simples tramas que se resuelven en unas cuantas páginas, pero consigue que el lector se deje llevar por unos conflictos con los que se siente identificado, los recuerdos y la memoria, nuestra identidad y la de los otros; en realidad, un fresco de personajes en crisis cuyas edades oscilan entre los 30 y 40 años, personas que nos encontramos en el supermercado, en nuestros paseos cotidianos, en nuestro barrio, en la cola de un cine o tomando una cerveza cerca de nosotros. Casi el retrato de una generación que puede llegar a sentirse identificada con las dificultades comunes del día a día, una singular especie de héroes cotidianos, porque se trata de esas personas que salen adelante a pesar de los muchos problemas que encuentran en su camino y les echan el valor suficiente para superarlos en un alarde individual de la más absoluta responsabilidad.

construye un auténtico catálogo de frustraciones y de esperanzas que producen de forma inevitable miradas al pasado y, también, al futuro, un retrato de crisis de pareja, discusiones o desencuentros con los padres, desengaños amorosos, viajes frustrados, problemas económicos, problemas laborales que, de alguna forma, hemos ido encontrando muchos en una época de profundos cambios, de bastante incertidumbre, de pretender ir hacia un lugar, y tal vez no tomamos la mejor de las decisiones. Pasado el tiempo observamos cómo todos teníamos esa parte heroica que se le supone a los héroes, aunque seguíamos teniendo muchas dudas y muchos problemas a los que nos costaría mucho enfrentarnos, que nos dejaban una indeleble huella. El narrador madrileño nos mueve por su mundo al hilo de una narración rápida que no se detiene en detalles, sin retoque alguno, un libro que visto en su conjunto constituye una auténtica epopeya moderna.