'Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal'

Autor: Nuccio Ordine.

Editorial: Acantilado.

Edición: Barcelona, 2020

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El profesor italiano Nuccio Ordine, autor del manifiesto La utilidad de lo inútil, nos sorprende ahora con Una pequeña biblioteca ideal, lista personal de lectura de clásicos para la vida. En la portada de éste hermoso libro editado por Acantilado podemos contemplar la Biblioteca mágica de G. Usselini, poblada de romanos, monjes, escritores, espadachines, hadas e ilustrados, entre otros. En la introducción señala que «si no salvamos a los clásicos y a la escuela, los clásicos y la escuela no podrán salvarnos...», para lo cual selecciona más de 40 títulos que comienza con Ciudadela de Saint-Exupéry y finaliza con Sobre la educación de Einstein. Y en medio de Platón a Shakespeare, de Maquiavelo a Goethe, de Borges a Primo Levi, de Cervantes a Moliére, de Nietzsche a García Márquez, etc.

Ordine se enorgullece más de lo que ha leído que de lo que ha escrito, ya que considera que la lectura es imprescindible y vital.Como ejercicio docente, lee a sus estudiantes universitarios diversos pasajes escogidos de escritores, filósofos, artistas y científicos para que los comenten, para lograr que más tarde puedan leerlos enteros. Las bibliotecas son para él, como los graneros públicos del saber, siendo lo peor la posibilidad de quemar o saquear este recinto sagrado, o bien poner a un ignorante a cargo de materia tan altamente sensible como son los libros, y en concreto los clásicos. El hombre nace bárbaro pero puede redimirse por la educación y la cultura, que son las que pueden salvarle del no saber y del odio. Expresa su gratitud hacia el humanista George Steiner por sus conversaciones amistosas y al maestro semiólogo Umberto Eco, junto a sus alumnos de la Universidad de Calabria, por su entusiasmo. Hoy los clásicos pueden responder a nuestras preguntas, nos ayudan a saber y tienen mucho que decir acerca del sentido de la existencia y del arte de vivir, además de resistir a la dictadura del pragmatismo. A amasar recursos ante el invierno de los espíritus que estamos viviendo. Pareciera que es inútil todo aquello que no llena la bolsa inmediatamente o no procura beneficio. Como casi todo lo que los hombres han dicho mejor lo han escrito en griego. Empecemos por Platón, cuyo diálogo El banquete o el amor trata de la relación de eros y el conocimiento, de la sabiduría que llena lo vacío, sobre la influencia de los maestros sobre sus discípulos. Continuemos con Cervantes. En El Quijote elogia la comedia y confiesa su amor por el teatro. En la comedia y en el teatro del mundo el hábito no hace al monje. Compara a actores y reyes. Elogia la lentitud en Nietzsche, frente a los gurús de la velocidad. El aprendizaje en las escuelas requiere lentitud, silencio, recogimiento y reflexión.

Nos enseña el filósofo alemán a ser amigos de lo lento, de la lectura lenta, para alcanzar la aurora. A admirar y respetar la filología. Educar para la profundidad, educar la mirada para la sensibilidad y la vida.

Si un buen docente es siempre un estudiante infatigable, la «buena escuela» sería aquella que forma personalidades armónicas, que no hacen las pizarras interactivas multimedia, ni las tablets, sino el verdadero profesor que forma ciudadanos libres y cultos, capaces de razonar. Formar en literatura y en filosofía, en arte y en música o acabaremos cometiendo error tras error, porque abrochar el ojal equivocado significa obcecarse en el error.