Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, el nuevo libro de Francisco Onieva, Vértices (Visor, 2016), nos adentra en un tema inusitado, la paternidad como materia poética. Con un léxico preciso, Onieva penetra en un territorio cotidiano pero poco avezado a la emoción poética; emoción que aflora casi sin pretenderlo por mor de la autenticidad que el creador infunde a sus poemas, donde la intimidad se convierte en universal y lo particular deviene en genérico, sin dar pábulo al sentimentalismo y creando una atmósfera de tensión contenida que logra vislumbrar, bajo la metafórica raíz de la escritura, toda la humanidad y la pasión de un padre. Solo recuerdo otro libro, de similar impacto, que trata esta temática, Alba del hijo, de Leopoldo de Luis, aunque Onieva plantea la relación filial desde un ámbito más metafísico, más misterioso, como si todo lo vivido fuera nuevo, como si nos halláramos ante un paisaje sin vértices, sin límites.