Las frases susurran como hojas de un otoño que la lluvia y el sol vuelven a resucitar. Así ocurre en Malabarismos, de Carmen Canet, un libro esculpido por la luz del corazón, donde ella reinventa un lenguaje prodigioso en el que «las tardes de los domingos funden en un marrón chocolate negro amargo» y «los sentimientos conducen a las palabras» abriendo senderos en un paisaje armónico donde «escribir, al final, es combatir» dibujando la vida en un lienzo de papel.

Si «el mejor aforismo habita en lo inesperado», como ella asegura, Malabarismos es un paisaje de fulguraciones, alumbramientos y milagros.

La autora nos lleva por veredas cristalinas mostrándonos recovecos luminosos donde el viento nos dice, entre lirios y olmos blancos, que «la soledad es la última forma del amor». Aquí Carmen Canet toca la esencia, la raíz.