¿Hacia dónde camina la poesía del siglo XXI en España? ¿Tiene buena salud? ¿Las listas de libros más vendidos son el reflejo fiel de la poesía escrita por los autores? ¿Se lee poesía en nuestro país?

Preguntas. Preguntas con respuestas. Todas las cuestiones planteadas disponen de argumentos convincentes. Hay evidencias, ausencia de matices, hay veracidad.

La poesía que aparece como más vendida en nuestro país no es poesía, y sus autores no son poetas. Y más concreto aún, los lectores de esos libros de pseudopoesía no son lectores de poesía. No confundamos el amor con el odio, ni la adolescencia con la madurez.

La poesía que se escribe ahora en España goza de buena salud, busca caminos, argumentos, posee --en algunos casos-- inseguridad y confusión, pero no dudamos de la calidad de muchos de sus autores. Atravesamos un momento complejo, pero esperanzador.

En España se lee poco, desgraciadamente. No se fomenta la lectura y, lo que es más grave, no se ordenan ni organizan las lecturas. No se enseña a leer adecuadamente. El resultado es el que todos conocemos.

Claudio Rodríguez, siempre que tenía ocasión, nos hablaba de la necesidad del acto creador y la capacidad de la expresión poética. Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros, nos decía Kafka. La lectura hace al hombre completo; la conversación lo hace ágil, el escribir lo hace preciso, nos recordaba Francis Bacon.

Leer, leer para vivir en libertad, en armonía. Con criterio y conciencia. Y sin prisas. En el fondo en la poesía ocurre algo así como en el 15M: las modas pasan, la esencia nunca desaparece.