Cuando la elegancia se une a la ternura y ésta última abraza la luz de la emoción, el lenguaje adquiere un vuelo prodigioso, una textura elástica, armoniosa, la del viento cruzando la espesura de un gran bosque cargado de símbolos y murmullos cristalinos, dibujado en su esencia por la serenidad. El espíritu de este libro, tan sereno, está hecho de aromas y colores familiares, de ramas que crujen suspendidas bajo un cielo de nubes acróbatas y pájaros de sol. Hacía muchísimo tiempo (hablo de años) que no leía un libro como éste, tan romántico y puro, de Javier Sánchez Menéndez, un volumen muy sólido cargado de poesía de muchos quilates, una obra literaria impregnada de una música ambarina que agradece el lector que se adentra entre unas páginas dibujadas por un paseante vespertino, asistido por una luminosidad cercana al milagro, al halo prodigioso de quien todo lo escribe y dice ebrio de amor: "En el centro del bosque siempre leo a los pájaros. Se acercan a mis pies y mueven su cabeza. No piden su comida, su alimento son versos" (Pág. 36). En esa atmósfera limpia y natural se mueven las piezas de este libro emocionado, tintado, como antes dije, por la elegancia y una delicadeza hondísima, sutil.

Nacido en Puerto Real (Cádiz) en 1964, Javier Sánchez Menéndez ha ido desarrollando su obra poética y literaria ajeno a las modas y a los vaivenes efímeros del momento, sometiendo su estilo a una depuración que aquí, en este libro, adquiere un altísimo nivel de singularidad y elaboración. Autor de poemarios como El violín mojado (1991) y La muerte oculta (1996), ambos reeditados en 2013 y 2014 respectivamente, se embarcó en un interesante proyecto literario, titulado Fábulas , del cual este volumen que aquí comentamos es la cuarta entrega. Poeta dotado de un talento prodigioso para las imágenes y la musicalidad, es en este libro, Mediodía en Kensington Park , donde alcanza, sin duda, la cima de su obra, ofreciendo un conjunto de poéticas estancias en las que transpiran la naturaleza, la ternura, el silencio, el temblor del viaje y el amor. De todo el volumen, un total de treinta textos, aunque es muy difícil destacar alguno (debido a la calidad de esta obra mágica), me atrevo a elegir, sin embargo, por la altura y la calidad de la prosa, cinco piezas: El aire ya ha cambiado, Lo bueno de ser luz, Las representaciones, La elegancia del canto y La dirección de tu mirada . La primera de ellas consta de algunos fragmentos como éste: "Un gorrión herido ha muerto entre mis manos- Lo he llevado lejos. Muy lejos. Junto al olmo... He lavado mi mano en una fuente rota" ( Pág. 15). De la última pieza que he seleccionado escogería esta delicada frase: "Mi ventana es muy blanca. Las nubes van pasando sin manos, aunque todo lo arrastran... Me fundo en una luz donde la vida afirma. Llueve. A lo lejos los árboles se hacen mayores" (Pág. 53).

Para acabar la reseña, vuelvo al principio y destaco la limpia elegancia del lenguaje y el estilo purísimo en el que Javier Sánchez Menéndez se apoya al trazar argumentos que emocionan, breves cuadros poéticos de una sensibilidad que abre puertas y ventanas a una azul melancolía en la cual se entretejen sueños que tuvimos, viajes que hicimos a lugares prodigiosos, a parques y rincones que fueron almacenándose en la mansa retina de nuestro corazón. No sé si este libro Mediodía en Kensington Park acabará siendo elegido por la crítica entre los más relevantes de este año, pero sí me atrevo a decir que no habrá otro de tanta pureza y tanta exquisitez, de tanta emoción y tanta singularidad, algo que, en estos tiempos que vivimos, tan burdos y soeces, no es fácil de encontrar.

'Mediodía en Kensington Park'. Autor: Javier Sánchez Menéndez. Editorial: La Isla de Siltolá. Sevilla, 2015.