La reciente muerte del buen amigo Rafael de Cózar es un mazazo difícil de olvidar. Sirvan estas páginas como recordatorio somero de su narrativa. Como narrador ha publicado un número significativo de relatos en revistas..., pero tiene tres libros publicados: una novela corta, El motín de la residencia (1978), El corazón de los trapos (1996), novela, y Bocetos de los sueños (2001), relatos. La novela corta El motín de la residencia fue publicada en el 78 y El corazón de los trapos dieciocho años después. Sin embargo, a pesar de la distancia cronológica entre ambas, existen coincidencias de estructura y organización sistemática del proceso narrativo: el uso de la primera persona, el monólogo interior, el acercamiento al simbolismo narrativo y las claves existenciales. Difieren en el tratamiento del amor, básico en su siguiente obra y apenas perceptible en ésta. Pero en las dos también se da el concepto de encierro, aquí en una residencia para enfermos mentales; en El corazón de los trapos en un ático de la ciudad sevillana. En su obra interesa el discurso individual del personaje, su actitud frente a "lo otro" (los demás, lo que observan sus sentidos o lo que piensa), sus medias palabras, sus medias verdades, su apertura a las contradicciones, a una visión amplia y compleja de la realidad que pasa por una simbiosis entre el consciente y el subconsciente, entre el acercamiento a lo real y lo surreal o simbólico.

En El motín de la residencia (publicada en formato de periódico, del que se hicieron según el autor diez mil ejemplares) hay una introducción del escritor --entreverada de ironías y sarcasmos, por ejemplo, cuando habla de sus bondades como erudito: "Las difíciles páginas que el lector tiene delante son una prueba más de mi inigualable condición de erudito y afamado investigador"-- donde trata de explicar las claves interpretativas de esta obra y su disposición. "Difíciles páginas", dice el escritor, y efectivamente lo son si el lector se adentra sin pertrechos en las procelosas aguas de este relato. Me cuenta el escritor que la génesis de esta novela fue una obrita de teatro para la Facultad que redactó junto a un compañero en el año setenta con intención de representarla al año siguiente, deseo no consumado pues fue desautorizada su representación. En los años siguientes Cózar la convirtió en novela, antes de morir Franco, aunque se publicó tres años después. Siguiendo a Cervantes y tantos otros que han llevado a sus obras la historia del manuscrito hallado para crear una distancia crítica necesaria, Cózar dice que investigando en unos archivos municipales halló el relato que no le pertenece y trae al lector, transcribiéndolo únicamente, y ahora lo expone después de haberle hecho algunos ajustes.

El corazón de los trapos , con el que obtuvo el premio Vargas Llosa, es un monólogo interior también en el que el protagonista elabora un escrito al alimón entre el ensayo, el diario, la crónica y la ficción sobre el tema del amor, encerrado en su ático-prisión sevillano tras la separación de su compañera. Pero también es una instrospección sobre sí mismo, sobre la existencia y sobre el papel que ocupamos en el mundo. A través del libre fluir de conciencia va surgiendo el magma de la memoria para, a continuación, iniciar un viaje a Francia que le haga racionalizar su experiencia amorosa. Los símbolos se suceden en esta novela donde los recursos a lo experimental son constantes, desde el cambio en la tipografía de las signos, las contigüidades sonoras, la introducción de dibujos con cuerpo humano siempre presente, la ruptura del discurso lineal, la interpolación de digresiones... El mismo título, El corazón de los trapos , recala en una simbología donde los trapos son como la memoria, "objetos que usamos para borrar el tiempo acumulado en las cosas, los restos de la vida que transcurre y que va dejando sus huellas en la superficie del lienzo", dice.