Cuando abrimos esta fantástica edición de Grandes autores vistos por grandes fotógrafos , es fácil caer en la tentación de preguntarse, ¿bajo qué óptica un fotógrafo escogía un escritor determinado? O ¿escogía el fotógrafo al autor, o el autor al fotógrafo? Porque cada imagen, acompañada de un texto que explica de alguna manera el motivo de la elección, cuenta una historia, la de un retrato, pero también la de un momento único en la vida de Jack London, Virginia Wolf, Pablo Neruda, Marcel Proust, Aldous Huxley o Carlos Fuentes, narrada bajo el prisma de Richard Avedon, Iam Berry, Claude Schwartz, Lord Snowdon o Henry Cartier-Bresson. Es posible que, al margen del carácter literario y narrativo de la fotografía, que con tanta asiduidad reivindican creadores actuales como Gervasio Sánchez, Sebastiao Salgado o Robert Capa, esta antología de retratos literarios, firmada por Goffredo Fofi, sea la demostración de lo cerca que están las líneas divisorias de las artes. Una fotografía, dice, nos permite conocer más y mejor quién era o es un escritor, así como la medida de sus obras. Maestros de la imagen frente a los maestros de la palabra. Pero todos, como decía el Nobel portugués Saramago, con un solo objetivo: cambiar el mundo. Existen libros, o mejor dicho, autores, que son capaces de aguantar el paso del tiempo, de convertirse en escritores de culto a la par que clásicos, y que, por sí solos, su obra se hace merecedora de la categoría de estar entre aquellas "capaces de cambiar el curso de la historia". Boris Vian, desde que publicara Escupiré sobre vuestra tumba (1946), su primera novela bajo el seudónimo de Vernon Sullivan, "una novela para blancos escrita por un negro de piel blanca", habría de convertirse en todo un referente de las letras francesas de la postguerra. De su pluma saldrían textos clásicos e insólitos, recuperados en los años ochenta. Y aunque menos conocida era su poesía, existían ediciones independientes, hay que celebrar esta de su Poesía completa que no desmerece su obra novelística, sino al contrario, la refuerza. La poesía de Vian es irónica, mordaz, nada amable, corrosiva, y con cierta tendencia al escándalo gratuito, al igual que el resto de su obra. Sin duda, un maravilloso regalo para sus seguidores, que son muchos. Pero, ¿cuántos heterónimos tuvo Boris Vian? Como Pessoa, los alter ego del músico-autor (era también compositor de jazz) se pierden en una nebulosa que nos lleva a sospechar que pueden existir aún manuscritos inéditos. Eso esperamos. Para cada tiempo hay un libro, nos dice Alberto Manguel en su última entrega. Un hermoso ejemplar de doce textos que constituye un homenaje a sus "pequeñas" lecturas indispensables. Aquellas que le han acompañado desde sus comienzos como lector y escritor. Libros para hacer el amor, y para después de hacer el amor, para leer en el aeropuerto, en el desayuno y en el cuarto de baño, libros para llevarse de viaje y para salvar en caso de un terremoto, o de una guerra fratricida. Libros para leer en la adolescencia que nunca más leeremos en la madurez y otros para retomar en la vejez. Porque Para cada tiempo hay un libro , Manguel lo sabe, Alvaro Alejandro, el fotógrafo que ilustra los textos también, y nosotros, amantes de la letra escrita, como ellos, participamos de este homenaje.