Francisco Onieva, conocido como narrador y como poeta --recientemente ha sido finalista del Premio Andalucía de la Crítica-- lo es menos en el terreno del ensayo, a pesar de haberlo cultivado desde hace años y de refrendar ahora esa inclinación en uno de carácter histórico dedicado al cordobés (de Villanueva del Duque) Antonio Rodríguez de León. Con este nombre titula un centenar de páginas --algunas, interesantes archivos gráficos sobre el personaje en cuestión-- que profundizan en la vida política de un cordobés, gobernador civil de Ciudad Real y de Córdoba, que vivió los convulsos años previos a la Guerra Civil y que, en paralelo, quiso dedicarse también al periodismo y la literatura, terreno en el que mereció el Premio Nacional de Crítica Teatral de 1958. Es su nombre "uno de esos que quedan, por los prejuicios de los historiadores, de un color u otro, en tierra de nadie", pero caracterizado "en cumplir meticulosamente con la ley y en defender unos valores democráticos en los que cree ciegamente". Onieva, en sucesivas oleadas de información que cristalizan en tres capítulos que tratan, respectivamente, de los comienzos de una ilusionante vida volcada en la literatura, en la política y de nuevo en la creación y el periodismo, va a trazar con agilidad y concisión las líneas maestras que le permitan glosar a un personaje cuya actuación y vivencias llevan a conocer mejor la historia política de Córdoba y a un tiempo sus entresijos literarios, proyectándolo al fin como un hombre marginado por la historia y desconocido como escritor y crítico. Onieva demuestra no solo la rigurosa capacidad política del cordobés villaduqueño sino también su preparación para la actividad literaria y el juicio crítico, pues ya desde su juventud se le consideró "una de las voces jóvenes más interesantes de España", en opinión de un estudioso de la época.