Julián Cañizares tiene la suerte de haber cartografiado su espacio-tiempo en dos contundentes golpes de pluma, que además han encontrado una justa respuesta editorial: Sustituir-estar (DVD) y Lugar y esquema (La Isla de Siltolá), algunos de cuyos poemas aparecieron en la Colección Año XIII de Calixto Torres. Digo suerte porque todavía consentimos la vieja idea del poeta como creador de mundos y heraldo de la belleza (¡¡!!), y no es fácil encontrarse con humildes y perplejos caminantes por este territorio de la existencia, aquí y ahora, donde la vida aparece cruelmente tensada por el sin sentido, de manera que todo intento de orden y armonía tiene más de artificio cultural que de otra cosa.

Naturalmente, Julián escribe desde su experiencia, sobre todo desde los encuentros personales que ha tenido en la vida y que se han quedado alojados en determinados lugares, produciendo lo que él llama "esquemas", lugares con sitio, algo así como claves de lo que permanece cuando esos mismos espacios han sido ya deshabitados. Nunca sabremos por qué unas cosas se recuerdan y otras se olvidan. La memoria es la hermana pequeña del misterio, y está dentro de nosotros haciendo de las suyas. Pero lo que está haciendo Julián, más allá de reconocer y apalabrar la extrañeza de su propia memoria, es señalar con extraordinaria precisión las coordenadas de un hábitat donde está teniendo lugar, aquí y ahora, un tránsito que solo es posible pensar desde eso que llamamos experiencia poética.

De igual modo que la experiencia racional nos permite ir del caos al cosmos, como anheló Aristóteles, la experiencia poética nos permite ir del cosmos al caos, y esto no para regresar a ningún supuesto paraíso perdido, ni siquiera para deconstruir la vida miserable de la facticidad técnica en la que nos hemos encarcelado, sino para aceptar el sin sentido como lugar del sentido. Es decir: para aceptar que la identidad, la nuestra, es una pregunta sin respuesta.

Julián me ha invitado a su lugar y esquema , y no voy a caer en la torpeza de admirar sus muchas cualidades literarias, como hacen las visitas. Lo que me interesa es sentir la vibración, preguntarme qué está ocurriendo en la vida (su vida) para que precisamente la memoria aparezca tan dolorosamente abierta. ¿No era la memoria, acaso, como piensa la racionalidad, la matriz del pasado donde reside nuestra identidad? ¿Cómo es entonces que precisamente la memoria se nos presente aquí como posibilidad de una identidad que todavía no es; como expectativa a un no se sabe qué, que presumiblemente ya no podrá ser entendido como un yo ? Solo la palabra poética puede hacerse cargo de esta pregunta. Por eso dice Julián Cañizares en uno de sus poemas: "Un recuerdo pequeño, pero con la sintaxis más poderosa, capaz de hacer un lenguaje para sí mismo". Porque es evidente que cuando la existencia mira hacia delante urge un lenguaje propio, distinto del lenguaje racional que utiliza cuando mira hacia atrás. Por eso la racionalidad instala al hombre en una existencia enclaustrada sobre sí misma, de ahí su gran poder. Y es justo decir, para no engañarnos, que la poesía-literaria, con toda su magnífica tradición, lo que hace, consciente o no, es hermosear y adornar ese claustro lleno de espejos, hacer que nos sintamos cómodos aun encerrados. Salir del claustro es salir de la literatura, salir de la racionalidad, salir del endiosamiento patético del que escribe como construyendo su propio trono admirable, su mundo propio . La literatura ya se basta a sí misma para crear sus identidades. Pero la poesía no puede permanecer por más tiempo en ese ilustre laberinto.

Julián tiene la suerte de andar solo. Libre. Solo por eso puede decir con honestidad: "Yo estaba en yo, y fui a buscarte, como siempre, / ajeno a lo imposible", y más adelante, como consecuencia: "Creo en otra vida, y eso haré". ¿Cómo?: "Desde este pequeño esquema que enormiza / mis ganas de caminar hacia un sitio de alas..." De modo que el esquema , aquello que permanece, es un lugar transformado, un lugar no fáctico, un lugar que ha sido vivenciado poéticamente. Lo que permanece es la apertura. Y si lo que permanece es la apertura, la identidad reside en la esperanza, como decía san Juan de la Cruz, y la memoria no es una capacidad de almacenamiento de la racionalidad sino algo así como el órgano digestivo de la conciencia abierta, el órgano de la transformación de la propia identidad. Porque el hombre es una identidad en transformación, y tal vez esa sea en sí la experiencia poética genuina.

Así pues, lo que me parece claro, de entrada, es que Julián Cañizares tiene, a mi modesto entender, experiencia poética en sentido estricto. Y lo que también me parece claro, por ese mismo motivo, es que tendrá que luchar toda su vida con la literatura, porque la literatura no es tonta y sabe apreciar las cualidades de un verdadero poeta, de modo que intentará engatusarlo para convertirlo en un gran escritor. Y ahí es donde está la madre del cordero. Porque son muchos y eminentes los que fueron poetas algún día y terminaron siendo estupendos escritores inútiles (solo útiles al sistema, se entiende). Es decir: la historia de la literatura está plagada de poetas confundidos, o de poetas que terminaron vendiendo su derechos por un plato de lentejas (el hambre de notoriedad --en general-- mueve el mundo de la cultura , por eso la cultura , como la economía, es un pilar del cosmos ). Y me parece que es de esto de lo que hay que hablar cuando tenemos delante un libro como el de Julián Cañizares; y no del uso de las metáforas, la construcción del fraseo, la creación de términos que tensan la semántica y demás lindezas filológicas. Y como no soy un crítico, sino un amigo, lo que puedo decirle no es solo que ha escrito un buen libro de poemas, sino que ha adquirido una responsabilidad enorme consigo mismo. "Aquí es mi casa... / nada que parezca una imagen de mundo". Eso es el poema. Que así sea.

'Lugar y Esquema'. Autor: Julián Cañizares. Edita: La Isla de Siltolá. Colección Tierra. Sevilla, 2013