Cuando la poesía naturalista disecciona con su escalpelo los hechos del hombre común, a corazón abierto y sin contemplaciones, entonces se convierte en fe de vida, impura biografía y alto testimonio de su tiempo. A esta operación la han denominado algunos arbitrariamente "realismo sucio", pero la realidad (o su representación) no admite el énfasis sin precipitarse en la caricatura. Poetas mozos de todas las provincias, como aproximadamente decía Cernuda a propósito de Rimbaud, se han extraviado en los baldíos de las "Afueras" para copiar al aguafuerte el paisaje sórdido y la relación estrafalaria, pero en los desmontes resuenan más los ecos que la voz. No sucede lo mismo si el microscopio realista pisa los terrenos de Chéjov, se mancha con el barro de Raymond Carver, se moja con las lágrimas de Turgueniev. Así hemos leído Aprendiz , el nuevo libro de poemas de Antonio Luis Ginés (Iznájar, 1967), con un nudo muy serio en la garganta. Será difícil que un corazón contemporáneo, incluso el de aquellos alejados de la fabulación estética, no encuentre en este libro un espejo donde verse reflejado y repetirse las preguntas esenciales que rondan la cabeza de todo aquel que ha traspuesto ya la cuarentena y mira hacia la vida como una larga carretera inexpugnable. Soledad, desamparo, fragilidad, memoria, estos son los cuatro vectores de un sujeto lírico que "ha perdido la cuenta de lo vivido", pero que mira al frente, curioso ante la incertidumbre de lo porvenir. Tres partes, como las tres edades de la vida, forman el andamiaje de esta obra: la infancia en la sección titulada significativamente Raíz : "donde el mágico equilibrio se rompió"; Aproximación , en la que la muerte del padre y la presencia de la hija se dan la mano, como veneno y triaca y, finalmente, Peso Específico , donde el poeta intenta depurar su identidad ("mi edad son los besos que perdí en el camino") y orientar su mirada hacia una desconocida esperanza, a pesar de que "el óxido sube por el alma implacable".

Es notable en el libro la influencia antirromántica de Larkin. La alargada sombra del poeta británico se ha extendido como una mancha de aceite sobre demasiados postulados poéticos en las últimas décadas, pero no siempre la teoría ha ido acompañada de una praxis coherente. No es el caso de este libro: la objetivación del sentimiento es auténtica y efectiva, Antonio Luis Ginés presenta los hechos, sus propios hechos, sin someterlos a juicio, desde el extrañamiento y la verdad. Su poesía huye de los efectos y de las solemnidades, se mece sobre el bajo continuo de una expresión sencilla que nos ofrece, en su profundo tono menor (Chéjov, Carver, Turgueniev) una exploración de la memoria íntima, que es una vía de conocimiento y comunicación, las dos virtudes cardinales y no contradictorias de la poesía verista.

Aprendiz es la crónica de una inmersión en la vida cuyo salvajismo y crueldad todos podemos compartir: la fragilidad de nuestra condición nos obliga a ponernos una máscara tras otra, pero apenas podríamos resistir nuestra mirada en el espejo. Antonio Luis Ginés se ha mirado de frente y ha mirado por todos nosotros. En un verso memorable asumimos que la vida es un extraño itinerario entre "el asfalto y la naturaleza" y para resistir entre ambos campos de fuerza el hombre ha de fundar su propia religión (así, Religión , se titula el primero de los poemas del libro), una religión que no está hecha de palabra revelada sino de memoria y cuya imagen tutelar es la inmanente presencia de la hija. La hija como un mantra, como un talismán, como una luz al final del túnel, como un trampolín para derrotar al áspero mundo.

Aprendiz es el tercer título de la colección Tierra de la editorial sevillana La Isla de Siltolá, una colección de planteamiento ecléctico, que con su cuidada edición y sus trepidantes portadas ajedrezadas, a camino entre Mondrian y Gómez de la Serna, está dando alta voz a ciertas aventuras líricas ofuscadas por los esplendores mediáticos. Entre ellas tiembla y nos hace temblar el testimonio de Ginés.

'Aprendiz'. Autor: Antonio Luis Ginés. Edita: La Isla de Siltolá, Colección Tierra. Sevilla, 2013