Antonio Hernández acaba de recibir el Premio Elio Antonio de Nebrija de las Letras Andaluzas que concede la Asociación Colegial de Escritores de España, sección de Andalucía. Un premio más que merecido para un poeta integrador de estéticas, colector de voces, precursor de vanguardias, al que ninguna forma le ha sido vetada; forjador de toda materia, desde la angustia elegíaca al ensueño de la celebración. Unidad, coherencia, exigencia formal, persisten de manera constatable en su obra. Canto, queja, elegía e himno trasparecen en la realidad vívida de un pueblo que halla en Antonio su más intensa verdad. Ecléctico y proteico, en su obra fulge lo oscuro y lo evidente cobra un giro nuevo. Córdoba ocupa un especial espacio en su poesía. Ahí quedan los versos dedicados a Medina Azahara, sus reflexiones sobre la fugacidad y la caducidad de la belleza; la estremecedora y fúlgida soledad del ser humano.