La música es la expresión misma del ensueño, escribía Emile Faguet, considerada, además, como el único arte que nos permite mediar entre la vida de los sentidos y el espíritu, o, tal vez, como aseguraba Nietzsche, sin la música nuestra vida sería un auténtico error. Quizá por este y otros motivos, Miguel Angel Muñoz (Almería, 1970) autor de una variada obra narrativa hasta el momento, nos ofrece en La canción de Brenda Lee (2012) una melancólica visión sobre la música de los setenta, con evocaciones a todo el pasado musical del siglo XX.

El gran Leonardo Veneroni venera la figura y el recuerdo de Leonardo Veneroni, el Grande, su padre, uno de los cantantes de baladas de más éxito del país a comienzos de los setenta, muerto en la carretera. Sombra sobre la que el joven Leonardo proyectará el resto de su vida, mientras prepara con su nuevo grupo, Veneroni's Quartet, un disco que revolucionará el jazz vocal en español, actitud tan extravagante como la pretensión de vivir de un género musical tan elitista. Una historia que nos llevará de la mano de este personaje a preguntarnos, ¿qué demonios es la música? o ¿cuál es su proyección en la sociedad y mundo actual? Pero Muñoz, bastante más ambicioso con su nueva novela, proyecta un giro en su historia y en la vida de sus personajes hacia unos insondables caminos que al lector le llevan a descubrir el envés de una trama que se salta todas las posibles barreras y diversifica el resto del relato en una laberíntica sucesión de escenas y vidas, donde el sexo y el sadomasoquismo pueblan unas páginas de verdadero arte erótico de la mano de Ama, identificada en capítulos posteriores, cuando se nos cuente la truculenta relación con el protagonista y el extraño juego vital con su marido Cristóbal, y solo así se cierre, al final de la novela, ese ciclo que extenderá a sus conocidas víctimas. Mientras el halo de Luis Buñuel, su cine y su mundo onírico, planean por toda la novela, además del sonido de Los Angeles, Simon y Garfunkel, de Billie Holliday, Pablo Abraira, Baccara, Luis Aguilé, Sinatra o Adriano Celentano, notas que encabezan cada uno de los breves capítulos de un texto escrito con suma precisión, de prosa medida, que se mezcla como un hilo musical en una animada lectura porque cuando pasamos sus páginas nos dejamos llevar por la historia y el fondo musical que ilumina la soledad en que uno se envuelve cuando está frente a un buen libro.

La canción de Brenda Lee parece entablar un hipotético diálogo con la música, un eco de sonidos en busca de esos sentimientos humanos, estados de ánimo que, de alguna manera, relativizan nuestra vida y, de paso, nuestro tiempo porque en definitiva han configurado nuestra sensibilidad desde siempre, un hecho que se convierte en un auténtico proceso fascinante y misterioso que nunca llegamos a deducir, por qué y a qué razones obedece. Y, solo al final, Leonardo Veneroni, quizá como muchos de nosotros, dejará de hacerse preguntas.

'La canción de Brenda Lee'. Autor: Miguel Angel Muñoz. Edita: Menoscuarto. Palencia, 2012