Entrevista | Alberto Monterroso Doctor en Filología Latina

«Aún somos romanos, para bien y para mal»

Doctor en Filología Latina, es un referente de la novela histórica y de la Historia novelada, que no son lo mismo. Investigador, experto y apasionado del mundo romano, ha sabido reivindicar como pocos a las figuras de aquel tiempo

Alberto Monterroso

Alberto Monterroso / Juan M. Niza

Juan M. Niza

Juan M. Niza

La entrevista se realiza en un establecimiento de Claudio Marcelo. No es mala calle para hablar de Roma.

(Ríe) Magnífica.

-La reapertura del Templo Romano ha llenado páginas y páginas de testimonios de arquitectos, arqueólogos, responsables políticos... Pero queremos hablar hoy del espíritu. Lo primero, ¿los cordobeses siguen siendo romanos?

-Creo que sí. Aún somos romanos, para bien y para mal. En Roma te encontrabas con grandísimos personajes, como puede ser Séneca, que aún está por estudiar y redescubrir. Hallabas figuras y épocas monumentales y otras de decadencia, etapas de racionalidad y otras que estaban contra la razón, como decía Séneca. Y eso pasa también en Córdoba. Tanto en nuestras luces como en nuestras sombras creo que somos profundamente romanos.

-¿Y qué es lo que de verdad importa de la Córdoba romana?

-Esa pregunta da para mucho.

-Claro, a usted le ha dado para un libro que se titula exactamente así.

-Aunque fue la ciudad más importante de España, no son sus restos lo más relevante. Mérida y Tarragona (Emérita Augusta y Tarraco) también fueron capitales de provincias romanas, pero más pequeñas, aunque conservan muchos más restos. En Córdoba ha habido mucha más historia y reutilización de elementos que nos impiden sentir cabalmente la importancia de la Córdoba romana. Para mí la mayor importancia no está en lo arqueológico, aunque sea inmensa, sino en los grandes personajes. Séneca el Viejo, Séneca el filósofo, Lucano... Incluso alguien oriundo de Córdoba, como fue el emperador Marco Aurelio. Ese es el legado de la Córdoba romana, porque esta gente no solo iluminó su tiempo, sino que han ido dando luz al mundo a lo largo de todas las épocas. Incluso muchos logros de la humanidad se deben a ellos: el humanismo, los derechos humanos.... Y este mismo lugar de la calle Claudio Marcelo, un templo dedicado al culto imperial tiene mucho que ver con la visión política de Séneca y con la figura misma de Séneca.

-Pues ahora el estoicismo está muy reivindicado, es una moda. Quizá porque es una filosofía muy romana, muy práctica, muy a la americana. ¡Hasta Banderas en la película ‘Actos de venganza’ se vuelve estoico leyendo a Marco Aurelio!

-El estoicismo es una filosofía muy potente que nunca ha pasado de moda, que siempre ha estado presente. No solo en el siglo segundo del Imperio, con Marco Aurelio, que quizá fue el mejor gobierno de la humanidad. El estoicismo ha estado presente en toda la Edad Media a través del cristianismo, que tomó mucho de Séneca. También los ideólogos de la Revolución Francesa admiraban a Séneca y eso ha llegado a nuestros días. Incluso la moderna psicología está impregnada del estoicismo porque, efectivamente, es una filosofía práctica que encaja muy bien con nuestra mentalidad occidental. Y además, es un pensamiento ideal para tiempos de crisis. Te da fuerza y te abre el mundo, no solo para intentar resolver crisis personales, individuales, propias de cada ser humano; sino también crisis sociales, políticas... Es un pensamiento muy positivo, no dogmático, ajeno a cualquier religión y, realmente, es un arma básica para luchar contra la adversidad.

-Desde Corduba, desde la Bética, se exportaba el mejor aceite y el mejor vino a Roma... Y políticos. Porque los mejores emperadores fueron Trajano, Adriano, Marco Aurelio, Teodosio... Usted ha escrito mucho de ellos en ‘Emperadores de Hispania’. ¡Qué tiempos en los que se exportaban buenos políticos! ¿Verdad?

-Los olivos siguen dando un aceite de altísima calidad, pero a nivel político, intelectual... Quizá nos hemos quedado un poquito atrás. Bastante atrás. Insisto en que yo creo que de Roma, en general, y de la Córdoba romana en particular, lo más importante son sus figuras, esos intelectuales que aún son un faro en la actualidad. Hallar hoy un Marco Aurelio, un Séneca... Porque Séneca, pese a su leyenda negra, es un hombre que se jugó la vida y la perdió por defender sus ideas, por un mundo mejor, por defender derechos humanos, por buscar una política menos autoritaria y mucho más participativa, más humana... ¡Qué maravilla si pudiéramos exportar hoy ese talento al resto del mundo!

-Pero ni en los mejores momentos todo era perfecto en Roma. El clientelismo, la dependencia directa de alguien poderoso era la base del sistema político romano. ¿Quizá nos queda también algo de eso?

-Efectivamente, como dije, para lo bueno y para lo malo somos muy romanos. Tenga en cuenta que la política desde los tiempos de la República era muy corrupta. Los cargos se compraban como inversión, especialmente en las provincias. El clientelismo es una forma de poder que sigue estando ahí. Al igual que la corrupción, está ese autoritarismo que está resurgiendo con fuerza en el siglo XXI. Y frente a ello creo que lo que tenemos que emplear es el pensamiento de aquellos grandes personajes de la Historia que supieron decir «no», que supieron plantar la ética por delante de todo, como Marco Aurelio. Ellos entendieron que la política no podía marchar sin ética.

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