Históricos
El comercio que reta al tiempo
El comercio sorprende por su alta rotación frente a sectores como el de la hostelería

Taberna histórica de Casa El Pisto / A. J. González
Es difícil hacer un análisis técnico y científico del fenómeno social y económico que ha transformado en las últimas décadas la imagen de los barrios más comerciales del distrito Centro. Aunque sí puede dar algunas claves de por qué en muchas calles nada tiene que ver su actual fisonomía con la de aquellas de tiendas de toda la vida, tráfico, bulla en rebajas, ir y venir de gente cargada de bolsas. Establecimientos con tiempo para atender a la clientela y compradores con ganas de ser atendidos. De aquella época aún se puede hablar de firmas supervivientes ligadas al Centro y en todo ámbito económicos.
Por ejemplo, Telefónica desde su edificio construido hace un siglo en Las Tendillas o El Corte Inglés como sucesor de Galerías Preciados que abrió, hace 60 años. Incluso empresas financieras, que marcaron la transformación de ejes como Los Tejares, comenzando por el edificio de Rafael de la Hoz de Cajasur en Gran Capitán.
Otro caso sería la hostelería, sector es donde quizá más pueden contarse los supervivientes de décadas. Por ejemplo, con esas 14 tabernas históricas, recientemente reconocidas a través de una ordenanza, heladerías como La Flor de Levante (1934) y David Rico o con restaurantes emblemáticos de los tiempos pioneros de la alta gastronomía cordobesa, casos de El Churrasco o El Caballo Rojo.
Falta de relevo, altos alquileres y desprotección, entre las razones para el cierre de tiendas de toda la vida
Sin embargo, es sin duda el comercio tradicional el que más ha sufrido esta transformación . «Del antiguo comercio, de los años 40, 50 o 60, quedan muy pocos, por desgracia. No hace mucho podían contarse unos 30 comercios tradicionales y hoy... ¿Cuántos quedan? ¿dos, tres?», dice el presidente de la asociación de Comercio Centro Córdoba, Manuel Blasco, citando establecimientos emblemáticos aún abiertos, como Lui (de Luis Muñoz Cubero, en Cruz Conde); Sombrerería Rusi, de Mario Roldán, tras 122 años del negocio y quién reivindica las tiendas tradicionales como un patrimonio más de Córdoba; Calzado Salvador o Ventosa, la librería Luque en sucesivos locales del Centro o Pañerías Modernas, fundada en 1948 y que junto a La Flor de Levante se trasladaron a las inmediaciones tras la transformación en hotel del Palacio de la Colomera. Precisamente, Juan Carlos Pérez, sucesor de Manuel Pérez al frente de Pañerías Modernas, señala en su actual local en la calle Málaga causas que han llevado al cierre a comercios históricos: «Hay menos consumo, la gente no se viste, menos aprecio por la calidad... Así que toca ir simplemente sobreviviendo», dice el responsable de una tienda con tres cuartos de siglo y que en las reseñas en internet figura como abanderado en Córdoba del buen trato directo al cliente. Miren Google.
Los motivos
Manuel Blasco, incluso, ve más motivos para esa pérdida. «Los comercios no duran como antes 40 o 50 años. La rotación es mucho más alta que en otros sectores, porque el comercio es el sector más camaleónico y que antes se adapta a los cambios de hábitos y sociales. No tiene nada que ver el comercio que hay, de plataformas y on line, con el que había». Ello explicaría que la sangría de firmas sea enorme especialmente en ejes comerciales como Cruz Conde o Concepción-Gondomar, ya sin León Cruz tras siete décadas, Los Guillermos desde 1906; Calzados Rodríguez, almacenes Diego Ruiz, Pañerías Reunidas, Los Madrileños, las ferreterías La Campana o El Candado.
Un panorama actual en el que se da la paradoja de emprendedores tremendamente preparados, y que saben emplear las nuevas tecnologías como un recurso, que coexisten con la falta de renovación generacional por parte de unos jóvenes a los que no les interesa el lento progreso en un comercio tradicional, explica Blasco. Si a eso se le suma que hace tiempo desaparecieron los alquileres de renta antigua o la desregulación de las rebajas. Ni siquiera ayudaría, cree Blasco, que se reconociera como patrimonio al comercio antiguo, iniciativa ya tomada en otras lugares. Más que eso «haría falta que lo comprendiera la clase política, de todas las administraciones, y que tomaran medidas». Por ejemplo, «con más ayudas para la formación». Entonces, ¿cuál es el secreto para mantener un comercio décadas? «Trabajar por cinco, así me mantengo a flote», responde lacónicamente un ajetreado Juan Carlos Pérez en Pañerías Modernas. No hay otro.