No quería molestar al hermano mayor de La Paz para hablar solo de la Cruz de Mayo. Hasta que le he visto subido en una escalera tendiendo un cable para poner farolillos y preparar la iluminación. ¿Cuánto tiempo lleva usted subiéndose para montar la cruz de la hermandad?
(Ríe). Pues nueve años como hermano mayor y, anteriormente, muchos más años echando una mano para montar la cruz. Y es que en una hermandad lo mismo ves que tienes que hacer de camarero que de electricista, que de... Cuando dicen que ‘los hermanos mayores no hacen nada’, creo que se equivocan.
Bueno... Algún hermano mayor hay que no hace nada.
Pero entonces quien se equivoca es el hermano mayor. En una hermandad, un responsable tiene que tener conciencia de que está al servicio de los hermanos y que tiene que trabajar por la hermandad, por todos los demás.
Esta cruz es de las de mayor éxito de visitas. Se pone ‘a tope’, se vende mucho... pero si no es por el trabajo voluntario.
Los números no cuadrarían nunca. Si hubiera que pagar sueldos se iría todo el dinero y quedarían gastos como lo que se invierte en la cruz, las macetas, la flor... Porque se intenta dejar la cruz lo más bonita posible, aunque no se gane ningún premio. Pero hay que preservar ese significado de la fiesta.
¿Cuántos trabajan en la cruz?
Muchísimos. Los costaleros del misterio, los del palio, los del coro, hermanos sin más, el grupo joven... Desde el jueves hasta el lunes, que termine, unos 150.
¿Y cómo son los turnos?
Pues desde la mañana, tanto en la barra como en la cocina, de 13.00 a 20.00. Luego entra un segundo turno hasta el cierre.
¿Quién organiza los turnos? Ése también se lo tiene que ‘currar’.
Pues los organizo yo (ríe). Pero ya estamos acostumbrados a muchos años de cruces y vienen los grupos por día. El coro viene el jueves, los del misterio vienen el viernes, el sábado los costaleros del palio...
¿Por grupos?
Ayuda mucho estar entre conocidos, se trabaja desinteresadamente, claro, pero también se hace así más a gusto... Es más eficaz.
¿Y cuántas personas por turno?
Unas 25.
Permítame que eche cuentas: 25 jornales, en dos turnos al día son 50, del jueves al lunes son... Eso si hubiera que pagarlo, y junto al resto de gastos... no entraba un duro a la hermandad, ¿me equivoco?
Pues no. El voluntario es todo. Y tenemos proyectos de la hermandad, una obra social muy importante, hay agujeros del día a día... Y con lo que se saca en la cruz tienes para muchas cosas.
¿Están mentalizados para pasar calor este año? Los de la cocina lo van a pasar fatal.
Estamos preparados y concienciados. Ya hemos oído que algún día podemos llegar a 40 ºC, pero si conseguimos estar trabajando a gusto, buscando el aire debajo de los toldos... La verdad es que lo que siempre miramos en los pronósticos, también en Semana Santa, por supuesto, es si va a haber lluvia.
¿Son los más perjudicados por el ‘botellón’?
Llevamos muchos años sin botellón. Desde que se valla y viene muchos policías locales y nacionales, ya no es problema.
¿Avisan si ven que hay ‘botellón’?
Somos los primeros que damos un toque de atención y, si no se hace caso, no son conscientes... pues avisamos a la Policía, claro.
Hábleme de algún momento que recuerda con especial cariño.
No sé... Quizá con hermanos trabajando, de cierta edad, que se sorprenden cuando ven la bulla que hay. O gente que se pone a cantar cuando se quita la música para seguir la fiesta...
Pues lo mismo tienen problema si cantan en el horario donde se obliga a quitar la música, ¿no?
¡Hombre, sí! Hay que respetar de 17 a 20 horas y a partir de las 2 de la madrugada. Somos conscientes de que tenemos unas bases que hay que cumplir.
Le he preguntado por lo bueno. Pero, ¿hubo algún año en que quiso ‘tirar la toalla’?
Ha habido años. Es que esto no es solo del jueves al lunes, en el que está la cruz. Hay que trabajar mucho preparándolo semanas antes y el trabajo continúa después. No llegan los permisos a tiempo, hay problemas con una empresa o con otra, no viene el proveedor que estás esperando... Hay años donde dices «nunca más». Y, sin embargo, al siguiente estás deseando que empiece el trabajo.
Para terminar, dígame la anécdota más tonta que recuerde.
Pues quizá, algún trámite. Se pide un enganche muchísimo antes, todo sin problemas y... nos llega el permiso formal en julio. (Sonríe).