ENTREVISTA | Olga Caballero Presidenta de la Agrupación de Cofradías

«El alma cofrade mira al Centro»

Olga Caballero, presidenta de la Agrupación de Cofradías de Córdoba.

Olga Caballero, presidenta de la Agrupación de Cofradías de Córdoba.

Juan M. Niza

Juan M. Niza

¿Desde cuándo es hermana de La Esperanza, cuántos años fue hermana mayor de esa cofradía y cuántos lleva de presidenta de la Agrupación de Cofradías? En este último caso, dos años, ¿no?

Tres. Este es el tercero. Pero, a todo el mundo le pasa igual. Es como si no contáramos alguno de los años de la pandemia. Fui hermana mayor de La Esperanza ocho años, aunque estuve en la junta de gobierno unos 22 años. Y como hermana de la cofradía llevo 51 años.

Dicen que todo cofrade tiene algo de vecino del Centro. La mayoría de las hermandades tiene su sede en el Centro. Por estos barrios procesionan y, ahora, la propia carrera oficial está en el corazón de la ciudad, el entorno de de la Mezquita-Catedral.

En mi caso, San Andrés es mi barrio adoptivo. Y creo que les pasa a muchísimos que viven en otras zonas, pero que sus hermandades están en los barrios antiguos. E incluso a muchas hermandades que son de otros barrios pero que vienen en Semana Santa al Centro. Si nos referimos a la zona comercial, la de Las Tendillas, ciertamente le favorecía más la antigua carrera oficial. Pero también hay que tener en cuenta que el alma de la ciudad está en el entorno de La Catedral. Urbanísticamente, el Centro es tan amplio como pequeño, como coqueto.

Dicen que los cofrades son los que mejor saben callejear por el Centro, a base de andar para ver los mejores momentos de cada hermandad.

Pues sí. Todo cofrade tiene algo de vecino del Centro. El alma cofrade mira al Centro. Cada hermandad tiene su sello y quien es cofrade, cofrade sabe dónde está el mejor momento de ese sello en las calles de Córdoba. Puedo recordar La Buena Muerte, mi hermandad en El Bailío y en tantos sitios, El Prendimiento de regreso al barrio, La Merced en El Colodro o La Paz en Colón. Todas, todas. No falta ninguna con su sitio. Ahora, estando de presidenta de la Agrupación de Cofradías, tengo que estar en el palco de autoridades, pero cuando termina el paso por carrera oficial sigo saliendo a callejear para disfrutar de las hermandades, que es lo mío. Y las salidas, antes de incorporarme al palco, si puedo las veo también. Soy de callejear muchísimo y de las que se han sentado en la gradilla, en el bordillo, cuando ya no aguantan más. Soy de mochila, botellita de agua, bocadillo ya andar.

Cuando hablaba de las hermandades y sus momentos por las calles del Centro la he notado emocionada.

-(Ríe). Es que todas tienen historia y grandes momentos y los tenemos que disfrutar.

¿Qué es lo que más le duele del Centro?

No sé. Quizá el que, cuando cierran los comercios, queda muy vacío. No sé si es por falta de eventos. Por la mañana hay mucho movimiento, pero no por la noche.

¿Y lo que más le gusta del Centro, Semana Santa aparte?

Las Tendillas, La Corredera... Las plazas me gustan mucho. La vida, el movimiento turístico, esa Judería que vale oro. No nos damos cuenta de lo que tenemos y me gustaría que lo supiéramos apreciar. Córdoba merece la pena y los cordobeses deberían darle el valor que tiene, que es único.

Volviendo a las cofradías, también son un motor para el Centro, ¿verdad?

Antes lo era para una zona muy concreta, la de alrededor de Las Tendillas. Ahora lo es para otra, como La Ribera. Pero las cofradías siguen siendo un motor en general para la zona monumental y para cualquier barrio. En Semana Santa, por supuesto, pero también con lo que mueven todo el año, como artesanos y comercio.

Hay un viejo agravio que sienten los cofrades, ese de que el comercio y la hostelería se beneficia del trabajo de las hermandades, pero sin que las cofradías reciban el mismo cariño.

Es un tira y afloja que viene de antiguo. Ahora hablo no como presidenta de la agrupación, sino como ciudadana. En Córdoba tenemos la suerte de tener muchos sitios especiales, increíbles, pero nos quejamos de que los autobuses vienen y no se pernocta. Y, mientras hay alojamientos con precios muchísimos más caros que en ciudades vecinas, ¿no se ganaría más abaratando estancias? No sé. Quizá todos deberíamos hacer un esfuerzo. Y luego, a pesar de que han subido los precios para tomarse una cerveza, hay sitios que están reservados para comer el Domingo de Ramos, que es algo muy típico para algunas familias cofrades, desde hace tres meses.

¿Y como se presenta esta Semana Santa, tiempo aparte?

Es, por fin, una Semana Santa «normal». En la anterior aún pesaba la pandemia. Todo se está montando, hablado, organizado y estudiado. Queda por desear tener suerte, un buen tiempo y que, por el bien de Córdoba, transcurran con esplendor las estaciones de penitencia.