Nada más humano que la esperanza de en que un golpe del azar pueda endulzarnos la vida. Así, a veces haciendo de confesor y otras de psicólogo, el lotero, el que más veces al cabo del día desea suerte a los vecinos, acaba escuchando los problemas más terribles y los anhelos más esperanzadores de sus clientes. Es el caso de María Luisa Palomino, que desde hace tres años y medio ha tomado el relevo en el estrecho y castizo despacho de lotería de la Administración número 8 de Córdoba. El despacho abrió el 14 de septiembre de 1965 de manos de Rosa García, que le pasaría el negocio a su hijo y, en 1988, a Heliodoro, su nieto. Ya en 2015, con medio siglo, la administración había repartido más de cien millones de los actuales euros... Y la racha parece que sigue con María Luisa.

¿Desde cuándo están ustedes repartiendo suerte?

Bueno... Nosotros cogimos la administración de lotería hace tres años y medio, pero ésta lleva muchísimo tiempo. Lo tenía Heliodoro Murillo, que la recibió de su padre, y éste de su abuela...

Son tiempos raros los que vivimos. Con la crisis, ¿la gente recorta el gasto en la lotería o por el contrario juega más?

Pues en realidad, cuando más necesidad hay, la gente compra más. Y se está pasando muy mal en estos momentos por muchas personas. Te cuentan cada cosa...

Cuando la administración de lotería cumplió su medio siglo de existencia ya había repartido 100 millones en premios. ¿Y en la última etapa, con usted al frente?

Pues un montón... El último fue el pasado jueves (por el día 10 de noviembre), un primer premio. Ahí están todos los cuadros con lo premios que hemos dado (dice señalando a la entrada del local).

Y también están las ‘brujillas’ que le han dado el sobrenombre a la administración.

Algunas nos las traen los clientes de fuera. Por algo nos llaman La brujita del sur.

¿Tiene muchos clientes fijos del centro de Córdoba?

Del centro, de los barrios, de fuera de la ciudad... De todos los alrededores de Córdoba. La administración de Siroco tiene su fama, y en ventas vamos bastante bien.

Y claro, por puras matemáticas, mientras más ventas más posibilidad hay de que caigan premios, ¿no?

Claro. La verdad es que no nos podemos quejar. Tenemos clientes fijos que vienen de Montemayor, Montalbán, Lu-cena, Montilla, Pozoblanco... Y también de Madrid.

Supongo que a lo largo de estos años seguro que le pedirán números raros, ¿no?

Es curioso: al principio no, pero ahora, cuando se aproxima la Navidad, es cuando más números raros me piden. Es por el tirón de gente que, por ejemplo, ha visto el número circulando por Facebook, que ha oído a un vidente... eso pasa mucho cuando se acerca el sorteo de Navidad.

¿Es un buen sitio el centro de la ciudad para repartir suerte entre los que la recorren?

Es el mejor sitio para tener suerte (ríe).

¿Tiene usted alguna superstición? ¿Alguna manía?

Pues yo... no. La verdad es que no.

¿Y sus clientes?

Muchos sí tienen sus manías. Me vienen muchísimos pidiendo el 13. De hecho, para la Lotería de Navidad los 13 los ponemos a la venta en junio y para principios de agosto están acabados.

¿Le gusta los anuncios del Sorteo de Navidad?

Mucho, de verdad (ríe). Hay algunos que llegan más al corazón que otros, pero todos me gustan.

¿Para usted cuándo empieza la Navidad? ¿Cuando se oye cantar a los niños del colegio de San Ildefonso, cuando se pone el belén por la Inmaculada o cuando sale a la venta la Lotería de Navidad?

Para mí, la Navidad comienza en verano. Yo ya me siento en Navidad en junio, cuando nos traen la lotería (ríe). Eso sí, en cuestión de ventas del sorteo extraordinario lo normal es que se dispare a partir del puente de la Inmaculada.

Dicen que el amor ni se compra ni se vende, pero la suerte sí, ¿o no?

La suerte sí que se compra, eso es verdad. Pero a mí me gustaría que todo saliera bien, que todo el mundo tuviera suerte.

La última pregunta. ¿Me vende un décimo? Que si me voy y luego toca...

Claro. ¡Faltaría más!

Pues deme el número que usted quiera.