Diario Córdoba

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Crisis del coronavirus

Cordobeses con el síndrome de la cara vacía

Algunos adolescentes y jóvenes, con autoestima más baja, prefieren ocultar su rostro tras la mascarilla y se resisten a quitársela | Otras personas tienen excesivo miedo al contagio y les está costando desprenderse del cubrebocas

El psicólogo cordobés Antonio García. ÓSCAR BARRIONUEVO

Con la retirada de la mascarilla, como elemento de protección frente al covid en la mayoría de los espacios interiores, desde el ámbito de la psicología ha surgido el término síndrome de la cara vacía, un sentimiento de inseguridad provocado en algunas personas que ya se habían acomodado a la mascarilla y a ocultar parte de su persona y rostro tras el cubrebocas. 

El psicólogo cordobés Antonio García señala que para que se pueda hablar de la existencia de este síndrome, que afecta fundamentalmente a adolescentes y jóvenes, pero también a personas de más edad, se deben producir diversas circunstancias. «Debido a la pandemia del coronavirus, se ha producido un uso continuado de la mascarilla durante más de dos años por gran parte de la población para protegerse frente al coronavirus. A un no despreciable número de adolescentes y personas también de más edad, con la autoestima baja, la mascarilla les ha permitido tener la cara cubierta durante la mayor parte del tiempo y contar con un escudo de protección, como la persona que esconde parte de su cara tras unas gafas de sol», explica Antonio García. García destaca que «cuando ha llegado el momento de quitarse la mascarilla, a las personas con baja autoestima, la inseguridad se les potencia más, porque la han estado usando mucho tiempo». 

«Hay adolescentes y jóvenes, que durante todo un curso no han visto las caras de muchos de sus compañeros, ni la de sus profesores, y a muchos se les hace un mundo tener un grano en la cara u otros signos físicos de los cambios hormonales. Sienten miedo al rechazo cuando muestren su rostro al completo, porque tienen espinillas en la cara o brackets en los dientes, y sienten además que no responden a los estrictos cánones de belleza que llenan las redes sociales y que potencian una perfección, basada fundamentalmente en el aspecto físico, a unas edades en las que la aprobación social es de lo más importante», expone este psicólogo.

Miedo al virus

Por otro lado, sufren también el síndrome de la cara vacía personas que se sienten excesivamente preocupadas ante el covid si no usan la mascarilla, aunque ya no sea necesaria en algunos espacios y trabajos, «Nos han resaltado durante toda la pandemia la gravedad del covid y cualquiera hemos enfermado o tenido seres queridos o conocidos que se han contagiado o han fallecido por este virus. De ahí, que a mucha población le haya surgido un instinto de prevención y les cueste aún desprenderse de la mascarilla, sobre todo en espacios donde hay mucha gente y poca ventilación, ya que se nos puso como condición en esta crisis sanitaria que para tratar de hacer una vida más o menos normalizada había que hacer uso del tapabocas. Sin embargo, los estragos del covid ahora mismo son menos graves y tenía que llegar un día en el que se aprobara reducir la utilización de la mascarilla. Así, que hay adaptarse poco a poco al menor empleo de la mascarilla, a pesar de los momentos duros que ha ocasionado el covid», añade este psicólogo. 

«Cuando parecía que la pandemia se debilitaba venía otra ola y eso ha elevado los casos de depresión y de ansiedad entre los que se han adaptado menos a esta situación de incertidumbre continua», recalca García. En el lado contrario, personas con la autoestima alta y sin excesivo miedo al contagio por el covid estaban deseando que se eliminara la obligación de la mascarilla en interiores», subraya.

La también psicóloga Juana Montiel recalca que durante la pandemia ha recibido muchas consultas relacionadas con el aislamiento que ha supuesto el uso de las mascarillas, que ha afectado a la forma de relación y comunicación de niños, adolescentes y jóvenes , así como a los usuarios de residencias, entre otros. Montiel indica que «muchas personas, también de más edad, tienen mucho miedo al covid y les cuesta quitarse la mascarilla», pero señala, que en la medida que no exista situación de vulnerabilidad y que esté permitido no usar la mascarilla, «hay que intentar volver al trato personal que existía antes de la pandemia y retomar la comunicación con toda la cara y no solo con los ojos, porque se pierden muchos registros".

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