Reportaje
El gran terremoto de Montilla: 95 años de un seísmo histórico
El 5 de julio de 1930, un seísmo de gran magnitud con epicentro en la localidad de la Campiña Sur destruyó más de 250 viviendas del casco urbano

Varios vecinos comprueban los efectos del sismo en una vivienda. / Biblioteca Nacional de España

Hace justo 95 años, el 5 de julio de 1930, Montilla sufrió el terremoto más intenso de su historia reciente. Poco después de las once de la noche, la tierra rugió bajo los pies de sus habitantes. El seísmo, «de gran violencia» según detallan las crónicas de la época, duró cerca de doce segundos y logró sembrar el caos y la desesperación entre muchas familias del municipio.
El epicentro se situó justo bajo el casco urbano, a unos treinta kilómetros de profundidad. La intensidad, estimada entre 7 y 8 en la escala de Mercalli, lo catalogó como un terremoto «muy destructivo». La madrugada se convirtió, así, en un recuerdo terrorífico e imborrable para quienes tuvieron la desgracia de perder sus viviendas con aquel temblor.

Cuatro obreros retiran cascotes en una casa afectada. / Biblioteca Nacional de España
Los testimonios recogidos en la prensa de la época hablan de casas desplomadas, paredes agrietadas y tejados desmoronados. Se estimó que más de 250 viviendas del casco urbano quedaron completamente destruidas, y muchas más resultaron seriamente dañadas o prácticamente inhabitables.
Las calles más antiguas del casco histórico —Santa Brígida, San Francisco, Gran Capitán, Molinos Alta, Feria o Melgar— fueron algunas de las más castigadas.
También sufrieron desperfectos edificios emblemáticos como la parroquia de Santiago Apóstol, la parroquia de San Sebastián o el hospital de San Juan de Dios. Afortunadamente, no hubo que lamentar víctimas mortales.
La mayoría de las casas afectadas pertenecían a familias humildes, que esa noche huyeron de sus hogares con lo puesto y pasaron las horas al raso, ante el temor de nuevas sacudidas. El periódico El Bien Público informó de que, al menos, doscientas casas habían quedado en estado ruinoso, por lo que fueron desalojadas por orden de las autoridades.
Se organizaron funciones benéficas, colectas públicas y hasta una becerrada con fines solidarios. Además, el Gobierno de España, presidido por el general Dámaso Berenguer, concedió una ayuda extraordinaria de un millón de pesetas para asistir a las personas afectadas.

La calle Melgar fue una de las más afectadas por el temblor, con varias viviendas completamente destruidas. / Biblioteca Nacional de España
Pero también hubo lugar para el pillaje. Antonio Carbonell Trillo-Figueroa, ingeniero de minas y reputado estudioso del fenómeno sísmico, advirtió en un informe que se achacaron al temblor «derrumbamientos de edificios que ya estaban en estado deplorable», intentando así camuflar el abandono previo para aprovechar las ayudas gubernamentales.
Daños en toda la comarca
Montilla no fue el único municipio cordobés afectado. En Espejo, la torre de la iglesia se desplomó y el techo del colegio San Miguel quedó inutilizado. En Fernán Núñez, las campanas doblaron solas. Y en numerosas poblaciones de la Campiña la gente huyó despavorida de sus casas.
La onda sísmica, que llegó a replicarse hasta en trece ocasiones, se dejó notar también en Aguilar de la Frontera, Baena, Lucena y Puente Genil, así como en la capital cordobesa. Vecinos de municipios como Casariche, Antequera, Granada, Ciudad Real, Sevilla, Almería o incluso Madrid reportaron incidencias.

Una de las familias afectadas por el terremoto, en una imagen de la época coloreada. / Biblioteca Nacional de España
«En Aguilar, algunos edificios sufrieron daños de diversa consideración pero sin llegar, ni por asomo, a alcanzar el grado de destrucción que el terremoto ocasionó en Montilla», detalla Rafael Espino Navarro, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (Aremehisa).
Tres semanas más tarde, Aguilar de la Frontera promovió una procesión de acción de gracias. «El acto fue presidido por el gobernador civil, autoridades provinciales, así como los alcaldes de Aguilar, Montilla, Montemayor, Moriles y otros pueblos», añade Rafael Espino.
El recuerdo de aquel sismo ha perdurado porque, desde entonces, no ha habido otro de semejante magnitud. Montilla ha sentido otros temblores en 1936, 1985, 1996 y 2003. Pero ninguno dejó la misma huella. Por suerte.
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