Reportaje

Una vida entre libros

Rafael Ortiz abrió en 1986 la primera librería-papelería de Fuente Obejuna y ahora, treinta y nueve años después, dice adiós a esta etapa de su vida. Por suerte, el negocio seguirá abierto.

Rafael Ortiz, en la puerta de su librería-papelería en Fuente Obejuna.

Rafael Ortiz, en la puerta de su librería-papelería en Fuente Obejuna. / J. López

Julia López

Julia López

Fuente Obejuna

El 1 de junio de 1986 no fue un día cualquiera en Fuente Obejuna, ese día abrió la que fue la primera librería-papelería en la localidad, una ventana cultural que treinta y nueve años cambia de manos. Rafael Ortiz decidió hace casi cuatro décadas abrir la librería-papelería que lleva su nombre, transformando una pequeña estancia en casa de sus abuelos en un lugar donde los vecinos de Fuente Obejuna pudieron acceder a la prensa, los libros y el material escolar. Ahora la historia se cierra.

«Al principio fue complicado, como todos los inicios. Teníamos una librería en Peñarroya-Pueblonuevo y decidí abrir otra en Fuente Obejuna. Iba y venía todos los días, sin descanso ningún día porque había que vender la prensa», explica Rafael en conversación con este periódico. De esos primeros días con apenas clientes, el espacio fue ganando adeptos con el paso del tiempo, consiguiendo afianzar el negocio y, sobre todo, adquiriendo la confianza de esos clientes que fueron en aumento. Con el paso del tiempo el negocio fue evolucionando y no únicamente físicamente con la mejora de la librería que se hizo en el año 2001, sino que con las tecnologías. Rafael fue pionero en gestionar su negocio a través del ordenador, lo fue también al instalar un datáfono para el pago con tarjeta y no se achantó cuando las redes sociales irrumpieron con fuerza, todo lo contrario. «Al principio tuvimos una página web, pero luego nos inclinamos por las redes sociales, la actualidad manda y hay que adaptarse», relata.

Satisfacción

Casi cuarenta años después, cuando toca la hora de decir adiós al negocio, queda la sensación de orgullo, de satisfacción por haber creado «una familia» en torno a una librería que finalmente «hemos conseguido que se traspase», algo que también es un punto de alegría, porque bajo ningún concepto la familia quería que la librería-papelería bajara la reja definitivamente.

Eso no es óbice para que quede cierto poso de nostalgia, son días de despedida de los clientes, de momentos vividos a lo largo de décadas porque si con algo se queda con Rafael es «con el contacto con la gente». Un espacio que ha formado parte de la vida cultural de Fuente Obejuna y al que Rafael ha dedicado toda una vida.

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