Reportaje

Miguel Pérez Paniego, número 1 en las oposiciones a registrador de la propiedad: "Con solo diez horas estudiando basta"

Ha logrado el primer puesto en unas de las oposiciones más difíciles, las de registrador de la propiedad, a las que ha concurrido después de haber ganado hace unos años las de notario

Miguel Pérez Paniego, notario y registrador de la propiedad.

Ramón Azañón

Rafael Valenzuela

Rafael Valenzuela

Córdoba

El hecho de que sus padres sean funcionarios no ha sido tan influyente a la hora de que Miguel Pérez Paniego (31 años y notario titular de Espejo) haya decidido también serlo él. Lo ha sido más, según ha señalado a este periódico, el recuerdo a sus dos abuelos lo que le ha empujado no solo a presentarse en su momento a las oposiciones de notario y sacarlas, sino, después, optar por las de registrador de la propiedad y superarlas también.

Son dos de los cuerpos de la Administración del Estado de más difícil acceso, pero Miguel le quita hierro y asegura que «cualquier persona que tenga un buen expediente y capacidad de esfuerzo, sacrificio y perseverancia las puede aprobar», aunque reconoce que la paciencia también debe ser una cualidad. Pero, sobre todo, cree que es fundamental «tener voluntad de servicio público, porque nuestra administración necesita contar con los mejores y para ello hay que estar preparado y trabajar».

El joven notario de Espejo, ahora en espera del destino como registrador, reconoce que no es normal su caso (fue cuarto en las de Notaría y primero en las de Registro), pero también señala que para las segundas ya tenía mucho manejo de los temas y las leyes, por su trabajo notarial, «la gran diferencia es que para uno se necesita conocer el Derecho Mercantil y para la otra, el Hipotecario».

Miguel Pérez Paniego, notario y registrador de la propiedad.

Miguel Pérez Paniego, notario y registrador de la propiedad. / Ramón Azañón

Sobre la dificultad que tiene el estudio en una oposición de este tipo, señala Pérez Paniego que para prepararse «no es necesario estar trece o catorce horas estudiando, es más organizarse, y con solo diez basta y dejar tiempo para hacer otras cosas, como deporte, leer y salir, porque si no, es muy duro».

Otro destino

A su edad, Miguel Pérez tiene ahora que empezar en otro destino que espera «que no sea muy lejos», porque su mujer es farmacéutica y está trabajando y tiene una hija de un año y otra que viene en camino y desea estar cerca. Preguntado sobre si animaría a sus hijas a opositar, no se atreve a responder, aunque sus padres también lo hicieron, «lo que pasa es que mi madre quería que yo fuera médico, como ella; y mi padre, agrónomo, como él».

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