Los últimos de Córdoba
Manuel de la Rosa, herrador de Córdoba: "Aquí te desarrollas como persona"
Este veterano, originario de Fuente Palmera, lleva más de cuarenta años poniendo herraduras a los caballos y forma a jóvenes llegados de todos los rincones en este viejo oficio

Ramón Azañón

Mientras uno sujeta al caballo por las riendas, el otro levanta la pata trasera del animal, la coloca sobre sus piernas y presiona el casco con una herradura candente. Con el humo aún en la cuadra, introduce el hierro en agua y, enfriado, lo golpea sobre el yunque hasta darle forma. Cada golpe del martillo resuena como un eco del pasado: aquel viejo ritmo al que estaban acostumbrados los vecinos de pueblos y ciudades de otra época. De aquellos tiempos en que se trabajaba con caballos y sobre ellos, había posadas en las que descansaban las bestias y "un herrador en cada pueblo que había pasado de generación en generación". Un profesional que calzaba a los caballos mientras se ganaba la vida con otros trabajos.
Hoy es distinto: "Hay herradores, aunque hacen falta más". Pero Manuel sigue ahí, aferrado al yunque desde hace más de cuarenta años, enseñando a jóvenes de toda España -y de fuera- que este oficio, por viejo que parezca, no está acabado.
De aprendiz a maestro
Manuel de la Rosa trabaja casi desde que tiene memoria. Su primer contacto con un équido fue en la infancia: su abuelo tenía un burro que era un miembro más de la familia. Luego, aprendió a montar a caballo. Nació en Fuente Palmera, en 1966, y vivió buena parte de su vida en el campo, con sus padres, Manuel, agricultor encargado de una finca, y Rosa. En el pueblo, había un herrador llamado Juan. Fue su primer maestro. A los 18 puso sus primeras herraduras.
Por entonces, a mitad de la década de 1980, "los herradores eran ya muy justos". "Juan quería dejarme el legado para que yo no me quedara desatendido con mis caballos y empezó a enseñarme", recuerda. Después, conoció a un profesional mallorquín que había pasado por Francia y "traía conceptos más modernos". "Lo tomé como maestro y estuve con él varios años de aprendiz. Cuando por una lesión decidió retirarse, decidí continuar mi vida laboral solo", continúa explicando.
El joven aprendiz de herrador dejó de ser tan joven y se convirtió en maestro. "Me empezaron a llegar chicos que querían aprender", dice. Algunos de ellos se quedaban hasta en su casa a dormir. Fue entonces cuando se planteó formar una pequeña escuela, de cuatro o cinco por curso.

Manuel de la Rosa, herrador de Córdoba / Ramón Azañón
Una forma de vida
En las cuadras del Centro Hípico La Herradura de Palma del Río, Manuel da instrucciones con voz firme a Sebastián, Cristian, Óscar y Christian, jóvenes de Huelva, México, Baena y Extremadura que aprenden viendo al veterano herrador cordobés. Que lleguen alumnos de toda España se explica en que, según el herrador, solo hay otras dos escuelas en el país. La formación "no está reglada". "Llevo luchando casi desde que empecé a enseñar por darle una certificación a ellos. Sería muy importante que alguna administración nos hiciera caso", reivindica.
"Aquí han llegado padres con hijos de 18 recién cumplidos que no sabían qué hacer con ellos, que se metían en peleas, y hoy no son chiquillos, son hombres con un Toyota Land Cruiser, que tiene dos o tres caballos, y te ven, te dan un abrazo y se echan a llorar", cuenta Manuel. Es lo que define el oficio. Y añade: "Aquí te desarrollas como persona, hay que ser fuerte, ganas seguridad, te da felicidad".
El eco del yunque
Pero, pese a ser "un gran trabajo", se trata de un oficio que "se debe llevar, casi como todos, por pasión". Así empezó él, así nació también la escuela de herradores que lleva su nombre. La afición, extendida en los últimos tiempos, en lugares como Andalucía ha hecho que el mundo del caballo experimente un auge. "Ya no es solo para cuatro personas de un nivel alto", aclara Manuel. Y, sin embargo, "muchos herradores se van jubilando, otros no se quedan por el riesgo, algunos cambian de trabajos…". Este veterano y sus alumnos trabajan para ganaderías de Córdoba y Sevilla.
Mientras haya caballos, se necesitarán manos firmes, seguras y expertas que coloquen lo que es "el calzado del caballo, un mal necesario". Lo que falta, apostilla, es que el oficio tenga el lugar que merece, que se reconozca y se enseñe. El sonido del yunque anuncia, cada mañana, que la tradición sigue viva. Y él lo tiene claro: "Manuel, los herradores no desaparecemos".
Suscríbete para seguir leyendo
- La Guardia Civil detiene a dos personas por ocupar ilegalmente una vivienda en Peñarroya-Pueblonuevo
- El juez envía a prisión a cuatro okupas en Bujalance por propinar una paliza a una pareja
- La diputada socialista Desirée Benavides desvela que lleva años sufriendo malos tratos de su marido
- Investigados por agresiones la diputada provincial Desirée Benavides y su marido tras una disputa entre ambos
- Este pueblo de Córdoba esconde una de las mejores hamburguesas de Andalucía
- Dos municipios cordobeses registran presencia elevada o moderada de mosquitos hembra de especies transmisibles
- Arde un tráiler que circulaba por la carretera A-318 en Lucena
- Un incendio destruye una nave en la carretera N-331 en Lucena