Reportaje
El Balcón de Andalucía
El Picacho de la Sierra de Cabra, en pleno centro geográfico de la comunidad autónoma, es uno de los dos parajes de la región que cuentan con una de las declaraciones de protección más antiguas de España

Dos senderistas en el entorno del Picacho de la Sierra de Cabra. / MORENO

Cuando el Picacho de la Sierra de Cabra, en pleno centro geográfico de Andalucía, fue declarado por una Real Orden del 11 de julio de 1929 Sitio Natural de Interés Nacional consiguió ser el único espacio de la región que, junto al Torcal de Antequera, cuenta con esta protección. Asimismo, fue de los primeros que en España lo consiguió y entró a formar parte de esa quincena de parajes españoles que lo lograron «por su belleza natural, lo pintoresco del lugar, la exuberancia y particularidades de la vegetación espontánea, las formas especiales y singulares del roquedo, la hermosura de las formaciones hidrológicas o la magnificencia del panorama y del paisaje».
Una consecución que en el caso de este enclave que está coronado a 1.223 metros de altitud por el santuario de la patrona de Cabra, no llegó por casualidad. Lo fue por varios factores, por la propia evolución geológica conseguida tras varios millones de años y por el trabajo emprendido por científicos y estudiosos, como entre otros, el profesor de Ciencias Naturales del Instituto Aguilar y Eslava de Cabra, Juan Carandell y Pericay, quien ya en 1917 redactó un exhaustivo informe para conseguir tal protección para uno de los picos más destacados del conocido como Macizo de Cabra.

Vista general del Picacho de Cabra en una imagen tomada desde el Centro de Visitantes Santa Rita. / MORENO
En el centro geográfico de Andalucía
El Picacho, considerado como el Balcón de Andalucía, fue así bautizado el 14 octubre de 1921 por Eduardo Hernández Pacheco, catedrático de Geología de la Universidad Central y vocal de la Junta de Parques Nacionales, en el transcurso de una visita técnica de distintos especialistas con la misión de redactar el informe para la consecución de espacio natural protegido.
Un bautizo que ayudó a que cinco años después, y gracias también al arduo trabajo de Carandell, fuese visitado el 15 de mayo de 1926 por un nutrido número de geólogos de distintos países que participaron en las excursiones de campo programadas del 10 de mayo al 12 de junio por toda España con motivo del XIV Congreso Internacional de Geología y cuyas sesiones fueron en Madrid del 23 al 31 de mayo, en el que hasta el momento ha sido el único congreso de esas características celebrado en España y el segundo realizado tras la Primera Guerra Mundial.
Desde el 11 de julio de 1929 y gracias a un Real Decreto, es Sitio Natural de Interés Nacional, siendo un lugar privilegiado para ver las tierras de hasta cinco provincias
Todo un impulso para un lugar privilegiado desde el que se divisan tres unidades morfoestructurales como son Sierra Morena, la Cuenca del Guadalquivir y la Cordillera Bética. Las tierras de cinco provincias andaluzas -las propias de Córdoba y las de Jaén, Granada, Málaga y Sevilla- se pueden divisar desde el mismo, pudiéndose ver en días despejados incluso los picos blancos de la cordillera de Sierra Nevada, el tejado del Hospital Provincial de la capital cordobesa o la torre de la planta de energía solar térmica de la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía.
Y es que la Sierra de Cabra no sólo permite disfrutar de esas vistas espectaculares y de un paisaje agreste singular, sino también el poder conocer interesantes formaciones geológicas, como pueden ser -entre otras- el Lapiaz de los Lanchares, una formación kárstica de casi 8 kilómetros cuadrados de superficie, que lo convierte en uno de los lapiaces más extensos de España. La sierra de Cabra, corazón del Parque Natural y Geoparque de las Sierras Subbéticas, se inscribe en los municipios de Doña Mencía, ZuherosLuque y la propia Cabra, y constituye el macizo mejor individualizado y de mayor extensión de la zona. Incluye los relieves de las sierras de Alcaide, Sierra de la Lastra, Abuchite, Cerro de la Camarena, el propio Picacho, Lobatejo, Abrevia, Sierra del Pelpitre y Los Lanchares, entre otros, y se superponen en la vertical tres grandes conjuntos que pueden totalizar un espesor cercano a mil metros de materiales kársticos-carbonatados.
Con una altitud que va de los 1.380 metros del Cerro Lobatejo a los 500 metros sobre el nivel del mar, posee un gran valor geomorfológico por sus relieves kársticos de disolución de las calizas que origina elementos de relieve como el mencionado Lapiaz de los Lanchares, las dolinas de los Hoyones, el poljé de La Nava, la Sima de Cabra y numerosas cuevas y grutas y manantiales, entre otros.
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